“Escándalo en el poder” me ha resultado un thriller político: intrascendente, inocuo, innecesario e inservible. Muchos han criticado con dureza, quizás excesiva en demasiadas ocasiones, las cintas de acción absurdas que han copado la filmografía de Nicolas Cage en los últimos años. Pues tras visionar “Escándalo en el poder” únicamente me asalta un sentimiento, el de añoranza por las cintas de acción absurdas de Cage.
“Escándalo en el poder” es un film de buenas intenciones pero de nefastos resultados, lo cual queda en evidencia a medida que avanza la trama, viendo cómo esta va quedando enterrada bajo una gruesa capa de desidia. A la película del debutante Austin Stark la fuerza le dura veinte minutos, justo el tiempo que tarda en derivar de thriller político con mimbres a culebrón venezolano plomizo. Y entonces me surge una pregunta, ¿para qué demonios inspirar tu película en hechos reales si, a la primera de cambio, llevas tu historia a los terrenos de la inventiva de mercadillo?... Y el broche final al desastre es el desenlace del film, un final de obra que solo sirve para dejar claro al espectador que el viaje no ha servido para nada ya que se encuentra en el mismo punto en el que empezó.
Otra cosa que tampoco ayuda a “Escándalo en el poder” son sus formas. Su puesta en escena, tan de telefilm de sobremesa, ayuda entre poco y nada a estimular al espectador. La nula personalidad que demuestra Austin Stark en la silla de director tampoco juega muy a favor de la película. Y luego está lo desaprovechado que resulta el decente triangulo de actores protagonistas compuesto por: Nicolas Cage, Sarah Paulson y Connie Nielsen.
Resulta tremendamente doloroso que en los tiempos que corren de incorrección política una película sobre ese tema resulte tan floja. “Escándalo en el poder” sobrevuela sobre asuntos con gancho, tales como: la ambición política a cualquier precio, la repercusión de los escándalos en uno mismo y en los que nos rodean, la resistencia de nuestros principios… Temas que podrían haber dado para un film bastante decente llevados de la forma correcta, pero queda patente que a Austin Stark le dieron un vehículo por encima de sus posibilidades. “Escándalo en el poder” es un desperdicio.