“El chef, la receta de la felicidad” es la tipica comedia francesa que tanto me hace renegar de las comedias francesas en particular y del cine de ese país en general.
El film de Daniel Cohen se apoya en algo que esta tan de rabiosa actualidad como es la moda del cine culinario, para acabar entregando la misma comedia inofensiva de siempre. “El chef, la receta de la felicidad” nos narra los dimes y diretes de Jacky, un cocinero autodidacta que no termina de encontrar el sitio donde dar rienda suelta a sus dotes para la cocina, y en esas que se topa con un mediatico cocinero que busca mantener su tercera estrella Michelin. ¡Venga, el circo está montado! A partir de aquí se desarrolla “El chef, la receta de la felicidad”, una comedia fácil de esas que no cuesta nada en absoluto ver, al igual que tampoco cuesta nada en absoluto olvidar; todo lo que ocurre en la historia es leve a sabiendas de que te imaginas como va a terminar. Los personajes son planos, sus motivaciones son de parvulario y las situaciones comicas poseen las mismas complicaciones que han tenido sus guionistas en crearlas, cero. Y todo ello con la presencia de Santiago Segura en la parte central del film.
Algo fundamental en lo que debe sustentarse toda comedia que se precie, y más “El chef, la receta de la felicidad” desprendiendo el aroma que desprende a buddy movie, es en su pareja comica protagonista. Michaël Youn representa el lado gamberro y Jean Reno el lado serio, hasta aquí todo correcto. Bueno, pues tengo que admitir que en ningún momento del film he terminado de conectar con Michaël Youn y menos aun con su personaje, lo he visto como una especie de Dany Boon de baratillo, y ante lo que el siempre solvente Jean Reno poco ha podido hacer. El momento que resume a la perfección la rendición de Reno es la escena en la que se disfrazan de asiáticos, un gag de humor absurdo que no he conseguido cuadrar con el humor que venia ofreciendo la historia. Ese es el momento justo en el que Jean Reno se ahoga poco a poco mientras Michaël Youn sale a flote; y es el momento en el que yo, como espectador, deje de creerme la cinta. Así que casi mejor ni nos molestaremos en analizar el consabido y previsible desenlace. En “El chef, la receta de la felicidad” todo esta al servicio de Michaël Youn, y en ningún momento he terminado de conectar ni con él ni con su forma de ser.
En resumidas cuentas, “El chef, la receta de la felicidad” es de esos films que se ven con el piloto automático puesto, comedia costumbrista y de cero riesgos. Cuanto más la analizo menos nota me apetece ponerle, si esta es la receta de la felicidad creo que alguien debería empezar a cambiar la fórmula.