En su momento ya me pareció el triunfo en los Goya de "La librería" una deliberada y gratuita concesión de cara a la galería; y una cafrada, porque no decirlo. Y tras verla —a ella y a gran parte de sus competidoras aquel año— me reafirmo. Y lo digo aun reconociendo que hay calidad y mimbres en este trabajo de Isabel Coixet, pero no para llegar tan alto, creo yo.
"La librería" se podría definir como una feel good movie. Una un poco atípica seguramente, sobretodo por ese desenlace que pinta amargo pero que en realidad no es tal, pero feel good movie al fin y al cabo. Una además de esas de sábado por la tarde previa cita del club de lectura, un estilo que toca mucho últimamente la Coixet, me parece a mi. Y cuyos efectos pasan factura en caliente, bastante además, pero que en frío casi ni agujetas produce. Pudiéndose decir que a la película le falta poso.
Tampoco voy a extenderme mucho más con esta oda a la literatura, que no a la mujer, en tiempos en los que eso no era ni cultura (¿?) que es "La librería" porque lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y creo que en los dos párrafos anteriores ya he reflejado con claridad cristalina mi parecer sobre esta última obra de Isabel Coixet. Sigo pensando que el mejor trabajo reciente de la realizadora catalana es "Nadie quiere la noche" (2015), y punto.