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Voto de Isaac Paskual:
7
Comedia. Drama. Thriller En 1937, en plena guerra civil, tropas republicanas irrumpen en un circo, durante el espectáculo, con el objetivo de reclutar a sus empleados para luchar contra las tropas nacionales. Mucho tiempo después, en los últimos años del franquismo, dos payasos (Carlos Areces y Antonio de la Torre) luchan por el amor de una atractiva trapecista (Carolina Bang). (FILMAFFINITY)
24 de junio de 2020
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"Balada triste de trompeta" es esa obra de Álex de la Iglesia que me hace ver con claridad cristalina muchas de esas supuestas (quizás no tan supuestas) fealdades que le aprecian sus detractores al cine del realizador bilbaíno. Y aun así la amo.
De todas esas supuestas (quizás no tan supuestas) faltas me viene a la cabeza, por ejemplo, eso de que llega un momento en que sus cintas se convierten en un cúmulo de irracionales personajes y situaciones que no sabes muy bien ni cómo ni porqué. Y sí. "Balada triste de trompeta", a partir de cierto minuto, es precisamente eso. Una marabunta de personajes en un túnel de viento sin supervisión de ningún tipo. Pero saben qué, me acaba dando igual.
Y hasta aquí lo único malo que creo voy a decir de "Balada triste de trompeta". Una película que tenía tan olvidada en algún inhóspito rincón de mi memoria que ni me acordaba de esa (premonitoria) escena en la que la gran Terele Pavez grita: «Que yo soy bruja». Y sí, tres años después lo fue de verdad en "Las brujas de Zugarramurdi" (2013). Cómo me gusta cuando un director deja en una película pequeñas miguitas de pan que te indican el camino que seguirá. Vereda que solo ves a posteriori, claro.
Técnica y escénicamente "Balada triste de trompeta" me pirra. En ese aspecto el cine de Álex de la Iglesia siempre brilla, pero aquí juega ademas con un imaginario muy evocador y poco usado.
Actoralmente la obra goza del buen nivel que suele gozar el cine del bilbaíno, pero hay algo en lo que quiero detenerme. Antonio de la Torre es un actorazo, de eso no hay duda. Pero, por desgracia para nosotros, su eclosión como intérprete lo recluyó en papeles de héroe o héroe entre comillas. Gracias a "Balada triste de trompeta" pudimos verle dar auténtico y verdadero miedo haciendo de villano, algo para lo que demuestra estar más capacitado incluso que para hacer del bueno de la función.
En definitiva, si le quitamos todas las capas de maquillaje a "Balada triste de trompeta" nos queda lo que es en realidad: un demencial exploit a través de una de las etapas más significativas de la historia española. Algo no muy diferente a lo que ya fuera "El día de la bestia" (1995), solo que esta no acaba siendo tan redonda como sí era aquella.
Isaac Paskual
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