Después de presentarnos de una manera muy acertada a Wonder Woman, le llega el turno a Aquaman, otro integrante de la Liga de la Justicia no tan conocido como Batman o Superman pero encarnado por un actor popular para muchos: Jason Momoa, conocido como Khal Drogo en Juego de Tronos.

El argumento de la película nos suena demasiado. Héroe mestizo y humilde frente a hermano legítimo y ambicioso y una pugna por la sucesión del trono. Romance de por medio más que previsible. Un padre que suspira por su amor. Y en base a esto se construye el guión, que no sorprende lo más mínimo, aparte de meter un poco de mecánica a lo Indiana Jones y reliquias importantes. A nivel de efectos especiales, eso sí, nos ofrecen interesantes batallas submarinas que nos mantienen entretenidos. Otro punto positivo es el propio actor, que encaja bien en este personaje y nos permite conocer a aquél mucho mejor.

En definitiva, dos y horas y medias de cine palomitero que no defraudará al público poco exigente y que le valga con un poco de acción, brillantes efectos y la historia argumental de siempre. Al que busca algo más currado es posible que le frustre. De cualquier manera, no es mal plan para ver en la cartelera.