Descacharrante comedia que parodia Star Wars y el género en su conjunto de películas del espacio. Antes de que Mel Brooks cayera en el humor burdo de los años noventa, dirigió a mi juicio una de las mejores comedias de la segunda mitad del siglo XX. Así de claro lo digo.

De los personajes, los que más risas arrancan son sin duda los malos. Especialmente Dark Helmet, encarnado por el gran Rick Moranis que ya tenía experiencia en el humor cinematográfico. El presidente Pol también es un puntazo, desde el saludo de un corte de mangas hasta las videoconferencias que le abren en los momentos más inoportunos.

Uno de los recursos que es más explotado es el merchandising fingido, con el objetivo de parodiar el tremendo bombardeo que las películas, como Star Wars, introducen en el mercado. Vemos hasta toallas, sábanas, desodorantes y papel higiénico con la marca Spaceball.

Existe un buen número de escenas memorables y que nos recuerdan a algunos tebeos, basadas en juegos de palabras, y también otras muchas más que parodian otro tipo de películas pero de forma simpática y no tan insensata como las spoof movie del presente siglo.

También existen otros gags que hacen referencia a que lo que están viviendo es una película, como una cámara que les graba en tiempo real. Ahí es cuando tiene lugar uno de los diálogos más inolvidables de la cinta.

Hasta la banda sonora es estupenda, con la intervención de Bon Jovi y qué decir de los efectos especiales y la recreación de la Space 1, la equivalente a la Estrella de la Muerte.

En definitiva, si quieres reírte de principio a fin y no importa si has visto o no la saga de George Lucas, no dejes de perder la oportunidad de ver una gran comedia.