Llevamos más de una quincena de años con películas Marvel, antes algo más espaciadas y en esta ocasión todos los años. Cuando no del universo de los Vengadores, de los X-Men. Y cuando tampoco, aún queda espacio para algo (Guardianes de la Galaxia). Llegado a este punto, puede ocurrir que nos de pereza ir a ver la película en cuestión (o no, porque somos unos incondicionales como es mi caso). Pero se agradece que en esta ocasión se apueste por algo distinto.

¿Qué es un antihéroe? ¿Un villano? No exactamente. Se trata de un héroe en todo caso, pero no al uso tradicional. Lejos de las virtudes costumbristas que caracterizan a los que vemos, aún siendo igual de humanos. Asistimos a un protagonista "cabroncete", políticamente incorrecto donde los haya y que interactúa con el espectador con múltiples coñas y entre ellas muchas referencias a obras del cine o de la televisión. Al tiempo que diálogos que arrancarán constantes risas, elementos también presentes en otras películas de Marvel pero en un nivel mucho más sutil.

De cualquier manera, tampoco llega al extremo de la payasada. La película tiene argumento y pese a no ser recomendada para menores de 18 por su importante carga de violencia, será disfrutada por los fans que asistirán a un espectáculo distinto. A un soplo de aire fresco y gracias sobre todo al enorme carisma de su personaje, si bien se ha podido aprovechar de una campaña publicitaria brutal pero muy efectiva en sus resultados.

Tanto es así que antes de estrenarse esta película en nuestro país (por cierto, impagable el Tweet de Ryan Reynolds anunciándolo) ya se dió a conocer que prepararían enseguida la secuela.