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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · Villacanicas del Hoyo
Voto de McCunninghum:
7
Drama. Intriga En 1913, en vísperas de la Gran Guerra (1914-1918), extraños acontecimientos, que poco a poco toman carácter de castigo ritual, se dan cita en un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania. Los niños y adolescentes del coro del colegio y de la iglesia dirigido por el maestro, sus familias, el barón, el encargado, el médico, la comadrona, y los granjeros conforman una historia que reflexiona sobre los orígenes del nazismo en ... [+]
2 de abril de 2010
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último film de Michael Haneke hasta la fecha, si exceptuamos el remake yanqui de “Funny Games” (07) donde el austriaco demostró su “cuadratura”(:los tiene cuadrados), “Caché”, ganó el premio a la mejor dirección y el Fipresci en el Cannes 05. Palma de Oro en Cannes, Globo de Oro y un previsible Oscar el próximo 7 de marzo son algunos de los laureles que “La cinta blanca” habrá cosechado. Parece, por lo visto, que el autor de aquellos artefactos terroristas como “El video de Benny” (92) o “71 fragmentos de una cronología del azar” (94), ha dejado de provocar controversia para lograr el aplauso unánime. ¿Qué ha ocurrido entre aquel brutal debut de 1989 que era “El séptimo continente” y esta “obra maestra”? ¿Entre el síndrome de astenia que lo reunía con Muratova y Faroki y este que lo hace con Dreyer, con Bergman o Bresson, y con la tradición? ¿Es el nihilista Haneke quien ha cambiado o es el público? Al parecer, puede que se haya curado. El primer síntoma es que acaba de realizar su primera película no contemporánea. La primera vez que el mundo del que nos habla, hic et nunc, no es el de hoy*.
Entre dos fundidos en negro (cintas negras de impureza que abren y cierran el film), “La cinta blanca” cuenta una historia ambientada en 1913 en la Alemania rural. Como todo el mundo sabe, Haneke propone un discurso alegórico sobre la semilla de la violencia de la generación de la sangre y el suelo que construyó el Tercer Reich. En sí, un gesto cuadriculado-hanekiano, una receta contra el olvido. Y un capítulo a añadir en su tratado sobre entomología humana. Capítulo extraño, pues sería el prólogo: y un prólogo, un orto protésico, es siempre falso y mentiroso. Extrañeza que, como decimos, aparece en el oxímoron entre el clasicismo de la historia y las formas ultramodernas de Haneke, en ese distanciamiento que, ahora, contra toda su obra anterior, no es brechtiano, sino narrativo y funcional.
“La cinta blanca” es mentirosa y paradójica, como toda rememoración. Narrada por una voz en off que dice no acordarse exactamente de los hechos pero que conserva hasta los detalles más ínfimos sobre la climatología, el escamoteo enunciativo es constante. Historia de un pueblo cualquiera, quiere ser la historia del Pueblo Alemán, como el “Satantango” de Bela Tarr lo quería de la Humanidad, y entre ellas guardan no pocas similitudes (el pesimismo, la quietud, pero una quietud no oriental, el desesperado cinismo). En tal microcosmos, Haneke monta una deslavazada trama cuasi detectivesca que avanza metronómicamente, “accidente” tras “accidente”.
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
McCunninghum
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