Me sorprende por sus personajes estrambóticos, por sus planos distorsionados, por el juego de luces y sombras, por la ambientación caótica, ... lástima que la historia se embrolle tanto que apenas deje tiempo para ir asimilándola.

De entrada, el señor millonario parece más poderoso que un presidente de cualquier potencia mundial, mientras su hija es absolutamente insulsa y se lamenta como una princesa zíngara de pasar la vida de viaje -aunque ella va de palacio en castillo y de yate en avión, todo propiedad de papá.

Incluso sin entender muy bien el meollo del argumento, me gusta cómo está contado, como un cuento moderno. Y, en lo que se refiere a lo que dice Alvaro3 :"A veces consiguen resultados cargantes: véase el picado y contrapicado en la torre del Alcázar de Segovia donde el protagonista parece hablar con un Orson Welles que debe medir unos 2 metros y medio aproximado dada la posición relativa en la que la cámara coloca a ambos personajes." , pues, precisamente en este caso yo lo veo muy acertado, porque esa escena viene inmediatamente después de que la joven millonaria le diga al buscavidas que su padre es "como un ogro de los cuentos".

Las imágenes de una España deshecha y de las huellas de la destrucción en Alemania son imborrables. Otra cosas son todos esos tópicos de Goya, los penitentes y los campesinos "típicos". Por cierto, que vemos Semana Santa antes de Carnaval. El señor Welles debería haberse asesorado algo mejor.