Navidad. Tiempo para celebrar, para reencontrarse con la familia. Villancicos, dulces propios de la época, comilonas. Excesos que alcanzan el culmen en la Nochevieja o, en su defecto, en las fiestas de empresa. O en ambas, que los festejos siempre son bien recibidos.

Así tenemos Fiesta de empresa, que nos muestra a la perfección las pérdidas de control, salidas de tono y desahogos que muchos cometen en estas reuniones fuera del trabajo y con la gente con la que comparten tantas horas a lo largo del año. Y a fe que lo consigue.

Valiéndose de un humor a ratos grotesco y a ratos afilado, enseña el lado salvaje que hasta el más serio de nosotros puede tener dentro y que sale en situaciones como esta. Una fiesta con los compañeros de trabajo, muchos de ellos -especialmente en las grandes compañías- cuyo contacto en el día a día no pasa de meros formalismos.

Aunque pueda ser tachada de previsible, la película no engaña y ofrece un rato muy distendido, plagado de situaciones cómicas e hilarantes que despiertan numerosas carcajadas. Con unos personajes desatados, entre los que destacan el propio T.J. Miller, Courtney B. Vance, como el cliente que puede salvar la empresa; Rob Corddry como un grotesco contable y, sobretodo, Kate McKinnon, en el papel de una seria oficinista que se deja llevar por la situación.

Mención aparte merecen dos fijos de la comedia norteamericana como son Jason Bateman en su eterno papel de tipo medio serio, medio enrollado que tan bien suele desempeñar y Jennifer Aniston, en un rol altivo, en ciertos momentos desagradable, alejado de esa visión amable y romántica con la que se dio a conocer.

Nos encontramos ante un filme con momentos cómicos de brocha gorda que no disgustan ni deslustran el desarrollo del mismo y que son marca de la casa. Algo que los directores exhibieron en otros títulos como Patinazo a la gloria y en Un pequeño cambio. Además, si el guión está basado en una idea de Jon Lucas y Scott Moore, ideólogos de la conocida saga Resacón en las Vegas, las risas están aseguradas.

En definitiva, una película ideal para estos días en los que gran parte de la población tiene compromisos de este tipo. Perfecta para saber qué no debes hacer -o sí, depende del grado kamikaze que uno tenga-, pero sobre todo para pasar un gran rato frente al televisor con una comedia maltratada por la crítica y que por nuestro país pasó de puntillas. Let's party!

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