Por fin salgo del cine satisfecho…

Cisne Negro, Darren Aronofsky.

2011

Del director que nos trajo en el año 2000 la galardonada película Requien for a Dream (Réquiem por un sueño) llega a las pantallas de los cines españoles Cisne Negro, obra que reconoce, a modo de galardones, el fantástico trabajo de Darren Aronofsky. Interpretada por un elenco de actores que haría las delicias de cualquier director holywoodiense (Natalie Portman, Mila Kunis, Vincent Cassel, Barbara Heshey y Winona Ryder) la película del director estadounidense merece las 5 nominaciones a la estatuilla de oro en los Oscars de 2011.
Darren Arnofsky relata la historia de una bailarina, Nini (Natalie Portman) obsesionada por alcanzar el papel principal en la obra El lago de los cisnes. Aronofsky plantea, con acierto, el encuentro del protagonista con su antagonista, representado como contrario físico o como elemento intrapersonal que emerge de uno mismo planteando un conflicto en la personalidad y la interpersonalidad. Este antagonista está representado por el cisne negro representado por Nina y por Lily (Mila Kunis)
En cuanto al discurso, conmueve el uso de los primeros planos y la cámara subjetiva que nos convierte ipso facto en espectadores cercanos, ya no de la película desde nuestras butacas, sino de la danza en primera persona. La cámara en la mano, que en ocasiones puede llegar a confundir, atrapa y nos acerca tanto que llegamos a temer por la fragilidad de la bailarina en numerosos puntos del film.
A un espectacular guión lleno de puntos de giro que llevan al espectador a no saber si presencia la realidad o el punto de vista subjetivo de la protagonista, se suma un cuidado trabajo musical llevado a cabo por el compositor Clint Mansell, quién ya acompañó al director en su opera prima Pi, fe en el caos (1998). Mansell elabora una cuidada banda sonora sobre la base de la conocido ballet El lago de los cisnes, compuesta por Tchaikovski en 1877.
Hago una especial mención al conseguido papel que interpreta la actriz Natalie Portman que, pese a las dificultades que entraña tener que encarnar a una bailarina de ballet profesional, sobresale en su interpretación ante las cámaras y sobre el “escenario”.
Como contrapunto, la película deja muchos cabos sueltos acerca de la problemática que vive la protagonista que, por momentos, nos hace creer en cosas que luego sabemos que no son pero que nunca alcanzamos a tener la certeza de qué son realmente, valga la redundancia. Como espectador asumo la frustración de tener que buscar una explicación a las actitudes de Nina condicionadas, probablemente, por una sobreprotegida infancia al lado de su madre (Barbara Heshey) que no la ha dejado madurar y que la tiene encerrada postergadamente en un cisne “eternamente” blanco.