Sam Raimi nos hizo tocar el cielo a los admiradores del viejo Spidey con esta continuación de sus aventuras, la mejor de la saga. Una vez presenados los pesonajes, sus circunstancias y una vez aceptadas las licencias del director con respecto al personaje (le tela de araña que segrega el propio Parker, Mary Jane en vez de Gwen Stacey), el director se centra más en las escenas de acción y en las relaciones entre los personajes, encontrando el equilibrio perfecto entre los conflictos humanos y la acción trepidante.
Los efectos son mejores que en la anterior, el villano es sublime (el Dr. Octopus, nada menos) y espectacular y las escenas de acción te dejan sin aliento. El conflicto interior del héroe hace que la trama sea más densa y sus relaciones con Harry Osborne se ponen tan tensas que la cosa cuaja muy bien.
En definitiva, la mejor película de la saga (hasta ahora) y nos dejó la sensación de que la tercera sería la caña, qué pena que las expectativas no se cumplieran.