El 11 de mayo de 1996 tuvo lugar una de las mayores tragedias que se recuerdan en el mundo del montañismo o del alpinismo (no soy yo muy ducho en la terminología). Esta película es una radiografía fidedigna de los hechos que allí sucedieron en ese aciago día.
Sin florituras, sin rescates imposibles, sin saltos inconcebibles y sin brincos impensables, sólo reflejando la valentía de unos hombres que se enfrentan a los elementos, el ser humano contra la naturaleza sin adornos.
La primera hora es bastante lenta, no nos vamos a engañar. Se nos presentan a los personajes pero es verdad que, aunque parsimoniosa, esta parte va interesando bastante porque uno empieza a percibir que aquello no va a terminar nada bien. Y a partir de ahí ya empieza lo bueno (o lo malo), pero a diferencia de lo que se puede esperar, el director opta por el realismo de la grandilocuencia, no se deja llevar por una espectacularidad que no vendría a cuento. Lo que sí se le puede achacar es quizás un ansia de querer demasiado pronto, porque parece que se le acaba ya el tiempo.
Pero quizá, lo mejor es que no juzga a los personajes ni sus actos, huyendo de culpar a nadie de esa catástrofe y de un maniqueísmo que sería quizá algo infantil, tampoco profundiza en la conveniencia de la actitud de los escaladores.
Por lo que se refiere al reparto, disponen de poco tiempo para profundizar en sus papeles, en algunos casos (las mujeres de los protagonistas o Jake Gyllenhaal) es casi testimonial su presencia.