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Voto de Ford Farleine:
4
Acción. Fantástico China, siglo XV. Un mercenario inglés (Matt Damon) y otro español (Pedro Pascal) son testigos del misterio que rodea a la construcción de la Gran Muralla China; ambos descubrirán que no se construyó para mantener alejados a los mongoles, sino para algo más peligroso: la mítica muralla ha sido edificada para detener la llegada de monstruos devoradores de carne humana. (FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2018
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Vaya por delante que no soy ningún apasionado del cine oriental. He visto algunas películas de esta “denominación” pero no soy de los que van como loco a ver cada estreno. Valoro mucho a Park Chan-wook, a Wong Kar-Wai, a Ang Lee o a John Woo cada uno en su estilo y precisamente de Zhang Yimou se puede decir que es el director del que he visto más films y la mayoría me han gustado. Quizá por eso me haya decepcionado tanto esta super-producción porque no tiene una de las cosas que más se dejan notar en el cine de Yimou: el alma. Es una película desangelada, lastrada por una historia sin gancho, con unos efectos especiales bastante cutres, unas interpretaciones de cartón piedra, unos personajes estereotipados y una puesta en escena floja. No hay rastro del director de “Sorgo Rojo” o “La maldición de la flor dorada” en el que cada uno de sus fotogramas subyugaba de tanta belleza y maestría.
En efecto, la historia de la construcción de la muralla pierde interés en apenas media hora de película porque el misterio se desvela demasiado rápido y nos encontramos muy pronto con las hordas de fieras repulsivamente diseñadas que más que dar miedo, dan la risa floja. Se empieza con muy mal pie. La historia de los ladrones que al final se acaban resarciendo consiguiendo la redención es un poco de grima, como la historia de pseudo-amor del film. Los efectos son bastante malos y Matt Damon y Pedro Pascal tienen cara de estar pensando en dónde demonios se habían metido, pero lo peor se lo lleva Willem Dafoe que dice las frases más irrisorias del film, lo que tiene mucho mérito porque todo está plagado de clichés y frases hechas.
En definitiva, que lo único que se salva es la fotografía, donde sí que se ve la mano de su autor en una película que empieza regular, que no despega y que hace que al final se pierda casi todo el interés.
Ford Farleine
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