He dicho en estos comentarios que me gusta dejar por aquí para que nadie lea que el cine español está en su mejor momento, pero es verdad que incluso el mejor escriba a veces tiene un tachón. Y este film es de lo que durante tantos años han marcado el sino de nuestro cine, aunque, gracias a Dios, cada vez nos llegan menos.
La película quiere ser una comedia y digo quiere porque la verdad es que la gracia la tiene en maldita sea la parte. Ni una triste sonrisa se me escapó en todo el metraje (bueno, una sí se me escapó), porque todo es una aglomeración de escenas cochambrosas y cutres, llenas de topicazos a cada cual más casposo y gastado que nos llevan desde el aburrimiento hasta casi el enfado. Porque vaya cosa zafia, madre de Dios. Todo lleno de lugares comunes, bastante vulgares: desfilan desde las prostitutas de buen corazón hasta el tonto del pueblo, pasando por el sacerdote (negro, además), el político corrupto, el de izquierdas de doble moral, el gordete y las marujas (las mujeres de los protagonistas). Todos y cada uno de ellos con su chistaco soez de negros, de putas, de curas, de corruptos y de idealistas de doble moral. Una historia de amor increíble (pero por inconcebible) con una incongruente denuncia social. Una película mal hecha y peor escrita y fatalmente interpretada por caras conocidas del mundo catódico puestas ahí como reclamo.
En definitiva, una película cañí, con humor de brocha gorda, bienintencionada pero con un resultado verdaderamente lamentable. Lo mejor que se puede decir es que dura menos de noventa minutos y encima con un par de canciones (que tampoco vienen a cuento).