Hace algunos años, Oliver Stone decía que él hacía cine de primera división o con mayúsculas o algo parecido, no lo recuerdo muy bien. Pues eso fue verdad durante un tiempo porque, por desgracia, eso ya no es así. Está de capa caída y esta película viene a confirmárnoslo.
Tratando el tema que trata, viniendo firmada por quien viene firmada o teniendo el reparto que tiene uno se espera mucho más, pero que mucho más. El tema de las drogas, de la hierba, del tráfico de mercancía y el cultivo que viene de México debía ser tratado con más profundidad y con más rigor. No estoy diciendo que se haga el trabajo que hizo Soderbergh con “Traffic”, que fue un detallado estudio de todos los ámbitos del tráfico de droga, pero por lo menos se debía haber tocado de forma más seria los tejemanejes políticos, los policías corruptos de ambos lados de la frontera… pero Stone prefiere olvidarse de todo ello y se conforma con contarnos la historia de tres personas que forman un triángulo amoroso la mar de fetén y de molón que se ven abocados a entrar en guerra con un cártel mexicano. El trío protagonista es simplemente de risa: dos muchachos que son antagónicos en su forma de ser, uno militar, hombre de acción y sin escrúpulos y el otro, un tipo sensible, concienciado con la sociedad del mundo, una especie de Dalai Lama mezclado con Pablo Escobar, por decirlo así. Parece que ambos son la cara de la misma moneda, ambos se complementan, los dos la misma América, por un lado con sus campañas para salvar el mundo pero por otro verdaderas máquinas sin sentimientos que aplastan a quien haga falta.
En segundo lugar, Oliver Stone está en horas bajas. Siempre ha sido un tipo muy irregular pero esta creo que es su film más impersonal. Ni siquiera se nota su formidable maestría para el montaje, algo característico de su cine. Qué lejos quedan ya los tiempos de, por ejemplo, “JFK”, uno de sus mejores films. Lo de la “tramposa” voz en off es para defecarse encima. También cae en esta película en una violencia gratuita. No me refiero a la violencia que se debe usar para demostrar lo monstruos o lo salvajes que son todos en este mundo, sino que a veces cae en una efusión sanguinolenta que tira para atrás. Por otra parte, la trama tarda un mundo en arrancar. Por último, intenta evitar el maniqueísmo pero no lo consigue. Los americanos son más buenos que los mexicanos, más civilizados. Que se sepa bien quiénes son los más civilizados y quiénes son los salvajes del título.
Por último, el reparto también es irregular. El trío protagonista está compuesto por Blake Lively que es la mujer del triángulo amoroso; el contrapunto y la espoleta de salida al conflicto de la película; Aaron Johnson es el traficante buen samaritano, el fumeta que usa su dinero para crear escuelas en África y a pesar de lo ridículo que suena, se nota que es buen actor, por lo menos mejor que su parteneire Taylor Kitsch que interpreta al traficante sociópata que siempre tiene careto de intenso y mirada de mala leche. En los secundarios destacan Benicio del Toro, este sí que es bueno; John Travolta que se come a los pipiolos pero que empequeñece en la escena que tiene con Del Toro; Salma Hayek, que bastante hace con no caer en muchos clichés y Emile Hirsch y Demián Bichir en uno papeles casi testimoniales.
En definitiva, que dicen que la hierba afecta a tu capacidad de concentración y parece que Oliver Stone ha consumido mucha porque no atina, el hombre.