Terrence Davies adapta una de las obras más importantes de la literatura escocesa. No sé si será fiel o no al texto original porque debo reconocer que no lo conozco, lo que sí puedo aseverar sin empacho alguno es que se trata de uno de los ladrillos más considerables que me haya echado a la cara.

La cinta se pasa más de dos horazas contándonos la desventuras de una mujer escocesa a principios del siglo XX. Una muchacha a la que le ocurren todas las desgracias habidas y por haber (suicidio de la madre, abusos del padre, padre estricto que pierde la cabeza, familiares -en este caso, su tíos- que quieren arrebatarle lo que es suyo por derecho, abandono de sus hermanos, la guerra...), todo con un ritmo parsimonioso no; lo siguiente, regodeándose en los planos largos inacabables (esos acompañados de canciones), con una cadencia cansina, casi mortecina casi tanto como la fotografía del bello paisaje. No da para llenar las dos horas y cuarto que dura la película, que se hace eterna.

Por último, me gustaría estacar que la voz en off empalaga y cansa... Davies quiere jugar a ser Malick, pero no lo consigue (al menos en sus mejores momentos)