El laureado realizador japonés Hirokazu Kore-eda continua retratando a la familia en el Japón contemporáneo tras la multipremiada Kiseki con esta cinta que llega a las pantallas con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes y el Premio del Público de San Sebastián bajo el brazo.

Kore-eda plantea un dilema sobre la paternidad y sus elementos más primordiales con este relato sobre dos familias que han educado durante años a su hijo, hasta que sorprendentemente el hospital les comunica que por un error los hijos fueron intercambiados al nacer. A partir de este momento, Kore--eda muestra de manera clara, sencilla y con gran sensibilidad la vida de estas familias, de diferente clase y filosofía de vida, reforzando el conflicto de qué nos parece más importante en nuestros hijos, si se trata de que tenga nuestra sangre o de convivir y educar a ese hijo trasmitiéndoles nuestros valores y experiencias.

Este dilema casi ético, además de la cercanía con la que Kore-eda narra las vidas de las familias sin posicionarse hacia ninguna pareja, subrayan la emotividad y la identificación que toda persona madura sentirá durante su visionado convirtiéndose en una película que, no solo hace evolucionar y aprender a los padres de la ficción, sino que también puede llegar a revertir y abrir los ojos de algunos padres espectadores de esta conmovedora, clara y sensible obra.