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De tal padre, tal hijo

Drama Ryoata, un arquitecto obsesionado por el éxito profesional, vive felizmente con su esposa y su hijo de seis años; pero su mundo se viene abajo cuando los responsables del hospital donde nació su hijo le comunican que, debido a una confusión, el niño fue cambiado por otro. (FILMAFFINITY)
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2013
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Japonés Hirokazu Koreeda hace un cine de gran calidad. " Nadie sabe" es una película redonda, centrada en la infancia de una familia con grandes problemas, y cuyos hijos debían sobrevivir a la ausencia de los padres. En 2004 ninguna película era mejor que esa, y nunca pensé que Koreeda hiciera una película mejor. Sus siguientes películas no son malas, intentando acercarse a los problemas familiares, ya sea de los más jóvenes o la tercera edad.
Con " De tal padre, tal hijo " ha conseguido llegar a lo más profundo del corazón, mediante un guión en donde no hay nada al azar. Los tiempos de la película son perfectos para contar una situación radical, que nos plantea una duda muy importante. Una vez planteado el problema, la película va avanzando hacia un inquietante final, que te deja en shock durante un rato. Si en algún momento te planteas algún detalle mal abordado, poco después el director nos da una respuesta. En " La vida de Adele " y " Amor " Kechiché y Haneke consiguieron que sus imágenes se mantengan en mi retina. Estas dos películas, junto a " De tal padre, tal hijo " te hacen reflexionar, y dan para un amplio debate posterior.
Te planteas muchas cosas, y te puedes poner en el punto de vista de todos los protagonistas, ya que cada uno tiene su motivo para actuar de esa forma. La película tiene grandes momentos, la mayoría muy emotivos. Apoyada en unas magníficas imágenes de las localidades donde viven las familias protagonistas. Es una crítica al Capitalismo, y la sociedad moderna, en donde los padres cada vez pasan menos tiempo con sus hijos, ya que quieren abarcar mucho, para mantener su posición en la sociedad y en el mundo laboral. El dinero no siempre da la felicidad. Intentar crear una familia a imagen y semejanza tuya, no siempre es lo mejor.
Cualquier halo de esperanza puede hacer que un niño se agarre a ella, y se sienten más felices con un padre que pasa más tiempo con él.
Los dos niños protagonistas son entrañables, pero es difícil olvidar a " Keita " . Su imagen es difícil de olvidar, y más ante todo lo que le está sucediendo.
Pueden cambiar las tornas y, por mucho poder económico que haya, la situación se puede dar la vuelta. Eso se ve reflejado en la parte final de la película donde sabemos la situación de las dos familias, antes y después de la llamada del hospital. Conocemos lo que siente cada uno de los miembros de la familia, desde los adultos a los más pequeños. Steven Spielberg ha decidido comprar los derechos de la película, un vez vista en el pasado festival de Cannes, y me da mucho miedo lo que pueden hacer en Dreamworks con este guión.
La recomiendo para todos los amantes del cine independiente, asiático y cualquier pequeña película. Estoy seguro que no les va a defraudar. Si pueden es mejor verla en v.o.s, no me imagino escuchar otras voces diferentes a las de los niños protagonistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
WILLY74
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21 de noviembre de 2013
40 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
En contra de lo que a primera vista se pueda pensar, “De tal padre, tal hijo” no trata (solo) sobre el intercambio de dos niños al nacer; en lugar de ello es una película que ansía reflexionar sobre la paternidad. ¿Qué significar ser padre? ¿Sustentar a la familia y garantizar el éxito del hijo o darle un hogar cálido lleno de amor y aceptación? ¿Cuándo se comienza a ser padre? ¿Nada más ver al hijo, cuando uno se reconoce física o psicológicamente en él, tras habituarse al cambio radical que ha tomado tu vida, o tras haber pasado horas con el niño? ¿Es igual esta situación para el padre que para la madre, quien lleva al niño en su vientre nueve meses antes de encontrárselo de frente? Sin duda la noción de ‘paternidad’ cambia con el tiempo, radicalmente cuando se tiene un hijo, y sin duda es distinta en cada familia y en cada progenitor. El tema del cambio de recién nacidos es la excusa que permite lanzar estas reflexiones y captar la atención del público. Además permite explorar otra de las cuestiones fundamentales del film: el significado de los lazos de sangre. El intercambio de recién nacidos es en Japón, como en España los robos, un tema de gran vigencia; y el significado de los lazos de sangre fundamental en la cultura japonesa.

La principal misión en un drama como este es la credibilidad del relato. Que las preguntas y las respuestas surjan solas, sin ser forzadas, haciendo de los personajes algo más que signos en el discurso: personas reales que sufren, aman y viven. La equilibrada sencillez de Koreeda y su particular sensibilidad parecían adecuadas para el desafío.

Así es durante los dos primeros tercios del filme en los que se presenta a los protagonistas, se plantea el dilema de si cambiar o no a los niños como sugiere el hospital y ambas familias comienzan a conocerse. Durante más de una hora surgen todas las preguntas por sí mismas, de forma natural y emotiva. Todo está medido y calculado por la dirección y el guión de Koreeda: el protagonismo absoluto de Masaharu Fukuyama, personaje que se planteara todas las preguntas del filme y padre volcado en el trabajo, sin apenas tiempo que pasar con su hijo pero absolutamente implicado en su formación y tan ansioso de ser amado por su hijo como de verse reflejado en él; la dirección minimalista y las actuaciones que buscan transmitir la sensación de naturalidad; la emotividad de la película con la música de Beethoven para marcar el tono emocional en los momentos oportunos sin resultar excesivamente ñoña y molesta; el contraste sociocultural y educativo entre las dos familias; las diferencias entre las madres y los padres y sus relaciones entre sí, etc. Todo está escrupulosamente controlado, y sin embargo, Koreeda logra matizar los contrastes y escapar de un film de héroes y villanos para que el relato parezca natural, desaparezca la cámara, y nos dejemos llevar por un relato con vida propia.

Pero, una vez tomada la decisión de los padres llega el último tercio y la hora de ofrecer respuestas. Entonces todo se vuelve forzado, el discurso devora al relato, los minutos pasan despacio y, aunque hay momentos emotivos de gran intensidad, notamos cierto sentimentalismo forzado en busca de nuestras lágrimas.

A base de emotividad, redención y respuestas se alcanza un bonito e intenso final. El espectador sale contento de la sala, se recrea unos instantes en lo que ha visto y sin dificultad le da carpetazo. Spielberg llora y compra los derechos para un remake.
Hernando
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22 de septiembre de 2013
29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hirokazu Koreeda es un director que me interesa y bastante, y todo esto a pesar de que considero su películas más famosa/reconocida como una de las menos buenas que ha hecho, "Nadie sabe" (2004). Me encantó "After Life" (1998) y sus primeros trabajos demostraban una ambición poco habitual en el cine japonés, alejada completamente de lo comercial para ahondar en terrenos más áridos, como en su debut "Marobosi" (1995) o la posterior "Distance" (2001). A partir del triunfo de la película de 2004 parece que cambió un poco las tornas para dedicarse a un cine menos críptico y más dado a la aceptación ("Hana", 2006; "Air Doll", 2009), alternando en el proceso algún trabajo un poco más exigente, como la fantástica "Still Walking" (2008). Había cierto miedo no obstante a la hora de enfrentarse a "Like Father, Like Son", principalmente por venir detrás de "Kiseki", y tras los encendidos elogios de un Steven Spielberg que no ha tardado en comprar los derechos para su remake norteamericano. Buen, vista la película se entiende este movimiento pero también se comprende la buena prensa del film: es un trabajo de cierta altura.

Sin llegar a la fuerza de "Still Walking", se nos plantea aquí una duda moral: qué haríamos al descubrir que alguien de nuestra familia no pertenece en realidad a ésta. Si primaría 'la sangre' o la convivencia. Desde el punto de vista de dos matrimonios cuyos hijos fueron intercambiados hace seis años vamos viendo cómo todo esto afecta su existencia mientras tratan de lidiar con el problema de la mejor forma que les es posible. Koreeda no plantea grises en el retrato de estas dos familias, sobre todo en lo que respecta a la figura paterna: uno es pobre, pero enrollado y dedicado a su familia; otro rico, pero gris, y ausente. Esto debilita en cierto sentido la fuerza poética del film al no introducir gamas de grises, convirtiendo el relato en un "héroes o villanos" en lo relativo a esta representación. Dicho lo malo, toca hablar de lo bueno: la exploración de dos formas de vida, funcional, y sobre todo la serie de ideas de guión que se van desarrollando.

""Like Father, Like Son" (o "De tal padre, tal hijo") es una buena película, no cabe ninguna duda. No es tan oscura como podría, pero juega bien sus cartas de buen cine 'familiar' -y sobre la familia- constituyendo un ejemplo de cómo los 'dramas con niño' deberían ser. Su final es muy potente además, aunque reincida en ciertos temas sin necesidad real y -personalmente- me habría gustado algo más ambiguo, al estilo "Nader y Simin". No obstante esto simplemente una forma de fantasear y de quejarse por quejarse porque se le pueden poner pocas pegas a un film de dos horas que mantiene el interés sin mayor problema y que se, además, está notablemente dirigido y cuenta con unas interpretaciones muy sólidas, tanto en lo relativo a los padres como los niños, punto fuerte de Koreeda, que siempre saca lo mejor de ellos. Un trabajo sólido que habrá que ver cómo adaptan al mercado norteamericano. No es difícil de hacer -tampoco de entender porque gustó a Spielberg-, pero si se toca la tecla errónea puede ser fatal.
Caith_Sith
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30 de noviembre de 2013
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película que trata de la manera de enfocar y disfrutar la vida, independientemente de la cultura y la posición social, de las distintas maneras de ejercer la paternidad.

Tiene un ritmo estupendo que no decae en ningún momento y da pena que se acabe, una quisiera ver que mas pasa.

Buena interpretación de sus protagonistas.
Solidad
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28 de diciembre de 2013
29 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es llamativo que ambas películas japoneses que se han estrenado con diferencia de una semana tratan de la familia, de los valores familiares, del amor paterno-filial y de los pormenores de las ramificaciones emocionales de los vínculos sanguíneos (o no). En España hemos tenido una similar reflexión con “La gran familia española”, pero ha pasado injustamente desapercibida. Ahora con “De tal padre, tal hijo” el tema central es la consanguinidad y sus sutiles e imprevistas derivaciones que nos abocan más allá de la familia tradicional y de la simulación más espuria.

Porque esta película es una reflexión sobre los límites del amor, sobre lo que nos une y vincula en las relaciones familiares, sobre las diferentes formas de abordar la paternidad (desde la exigencia de conseguir una fotocopia de una mismo o bien abriendo las puertas de la libertad a que nos sorprendan sin prejuicios), sobre la dificultad de vernos y vivirnos en nuestro rol de padre y sobre los conflictos que ocasiona no saber manifestar nuestro amor y devoción filial. En España todo lo que huele a familia nos parece rancio, obsoleto o reaccionario, sin darnos cuenta que de lo que trata es de nuestra infancia y de las ilusiones y frustraciones asociadas a nuestros primeros estallidos vitales; no se trata de una mera cuestión ideológica.

El final de esta película es emocionante, intenso, hermoso y desafía todos los convencionalismos y los esquemas conocidos, pero el conjunto se queda por debajo de los las expectativas creadas. Hay demasiados tiempos muertos, se acumulan demasiadas escenas similares, apenas hay evolución y desarrollo en una trama que como tal es poca cosa y se resume en una frase (al nacer, hay un intercambio de niños en un hospital y eso aflora seis años después). Y las dos horas de metraje se pueblan de pequeños matices y sutiles variaciones de las relaciones familiares que no acaban de apasionar ni convencer porque resulta premioso, solemne y, sobre todo, demasiado frio.

Mi sensibilidad mediterránea necesita de unos brotes emocionales más directos y transparentes y se atrofia y languidece ante tanto envaramiento emocional: la cinta no trasciende la corrección formal ni emana pasión o arrebato alguno. Es mucho mejor “Una familia de Tokio” y mi recomendación se inclina claramente por la película de Yôji Yamada, mucho más intensa, más conmovedora y más turbadora que ésta, llena de buenos propósitos pero rácanos logros.
antonalva
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