Remake de una versión británica de los 60 de la novela "Los Cuclillos de Midwich" de John Wyndham, un clásico de la ciencia-ficción y terror anglosajón. Un libro increíble: en un día cualquiera, sin motivo aparente, en una zona delimitada, donde se encuentra el pueblo de Midwich, se desmayan todos los seres vivos tras un ataque psíquico, al rato vuelven a despertar y descubren que sus mujeres están embarazadas, de sus embarazos nacerán unos niños con fuertes poderes psíquicos.
De las dos películas, me quedo con el remake americano, ninguno de los dos supera la caspa, pero al menos en esta tenemos a Cárpenter, un director clásico en las películas de terror fantástico y a un elenco de "resucitados" que agradece ver, aunque Kirstie Alley no convence como científica federal, penosa.
Tiene, sin embargo, más profundidad con la historia de la novela que la británica, una novela plagada de conflictos morales, religiosos...Conflictos que cobra mayor atención en esta película, aunque sin profundizar demasiado, con escenas inverosímiles y unos efectos especiales de risa, para estar hablando de finales del siglo veinte.
Por mal que nos pese, los niños son, por lo general, pésimos actores, es difícil encontrar una interpretación creíble en una película donde salgan tantos niños, si encima se pretende seriedad, sale un resultado demasiado flojo.
Por supuesto hay excepciones, como Macaulay Culkin o Danny Lloyd que interpretaron siendo niños y lo han hecho bien o muy bien.
No es el caso de ésta película, todos los niños son penosos, a excepción de Lindsey Haun que interpreta a Mara Chafeé, la líder telépata de los Cuclillos. Ha hecho una interpretación más que aceptable.
Dado lo difícil que es adaptar la novela en cuestión, y sobre todo que sea comercial, puede que debamos esperar un poco más una adaptación como dios manda. Por ahora, el trabajo de Carpenter es la mejor versión.