Algunas veces he llegado a comprender, o he querido llegar a comprender al crítico (como el ya mítico Diego Galán) o al usuario (que los hay) que decide no escribir más y tomarse un periodo “vacacional”, no se sabe si largo. Pueden existir infinidad de razones las que motiven a ello, desde luego, pero además, en un caso como el presente, me he llegado a plantear qué sentido tiene escribir algún comentario sobre una película realizada con la única pretensión de convertirse en un “blockbuster (o un taquillazo)” y cuyo público que la respalda se defina como incondicional del género, tanto, que tras verla, manifieste que sale satisfecho y la recomendaría porque aunque no se esperara gran cosa la termina calificando como “una buena película”, cosa parece ser que incluso se ve como una conclusión lógica. Y eso me deprime. Porque si ese gran público decide ser tan conformista estaremos ayudando a que las grandes productoras nos encasqueten sin ningún problema cualquier mediocridad pagando una entrada que bien cara que vale. No es que tenga nada en contra del más puro cine comercial, pero sí es verdad que se le podía haber sacado más partido a “Non- Stop”. De hecho las de acción, si tienen un buen guión y están bien hechas son muy agradecidas de ver en el cine. Para la televisión creo que tenemos la manga más ancha y somos más permisivos tragándonos lo que sea. Y sí, me dispuse a ver una de acción, en el cine, sin intentar darle más vueltas y disfrutar de este “whodonit (o quién lo hizo)”, que a su vez se combina con aires de “revival” de la saga Aeropuerto (aunque sin su encanto), mezclada con Aterrizas como puedas, Junglas de cristal y muchas más que les continuaron. Mejor no analizarla demasiado mientras se ve porque sino no entretiene, aunque finalmente quede más aparente por contar con un buen reparto, sobre todo un eficaz Liam Neeson, que hace un buen trabajo, así como Michelle Dockery. Su banda sonora, así como su montaje, están pensados para potenciar su acción, vale. Pero su dirección, que coreografía buenos movimientos de cámara no le imprime garra a la narración, o su guión tiene lagunas por doquier, desaprovecha situaciones de suspense así como las posibilidades de haber sacado más partido no solo a nivel artístico, sino comercial. El haber dejado en un segundo plano a una gran Julianne Moore con un papel que ya podían haberse currado más los guionistas, el ni molestarse en precisar cuántas azafatas hay, porque parece que hay dos pero luego aparecen, como de figuración más o el toque, ya habitual, de algún personaje infantil que “conmueve” a los adultos que le acompañan, son signos de que no se han preocupado de lo básico, que han ido cumpliendo con los ingredientes esperados y no se han partido demasiado la cabeza. Ya podían haber sido más cuidadosos, como por ejemplo hacía Alistair MacLean del cual da la impresión de que se inspirado todo lo que han podido y más. Y finalmente ocurre lo de siempre, que todo queda en un producto de evasión que no sienta del todo mal, aún a pesar de que todo era mejorable, y que se olvida con más rapidez de la que se ha visto.