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Voto de Francisco Javier Millan:
4
Drama. Comedia Tres años antes de la crisis mundial del 2008 originada por las hipotecas subprime que hundió prácticamente el sistema financiero global, cuatro tipos fuera del sistema fueron los únicos que vislumbraron que todo el mercado hipotecario iba a quebrar. Decidieron entonces hacer algo insólito: apostar contra el mercado de la vivienda a la baja, en contra de cualquier criterio lógico en aquella época... Adaptación del libro “La gran ... [+]
12 de febrero de 2016
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que hay profesiones que están aquí literalmente para tomarnos el pelo, que se lo digan a los banqueros. Estos supuestos profesionales que manejan las finanzas y nuestro dinero, tienen la mala costumbre de utilizar un lenguaje técnico excesivamente incomprensible para el común de los mortales. Y lo peor de todo es, que por culpa de ellos y sus operaciones, estamos como estamos.
La nueva película de Adam McKay se introduce en los años previos a esta crisis actual, llevando al espectador a esos instantes en el que agentes inmobiliarios, corredores de bolsa y banqueros, jugaban al Monopoly con las hipotecas de medio mundo. Mientras los ciudadanos corrientes se debatían (y todavía lo hacemos) en condiciones laborales mediocres, esta “casta” se dedicaba al exceso y a ser asquerosamente ricos.
Pocos saben que, entre los años 2006 y 2007, estuve trabajando en una inmobiliaria bastante conocida. En ella nos hacían entrar a cuchillo vendiendo pisos a inmigrantes, aún a costa de forzar créditos hipotecarios a unos 40 años. Nuestro objetivo eran principalmente los sudamericanos y los marroquíes. La inmobiliaria tenía anexa una especie de agencia, que se dedicaba a gestionar la documentación con los bancos para conseguir la entrada como fuese a estas viviendas.
La mayor parte de las personas que me encontré en ese ámbito eran amorales, buscaban las comisiones por encima de todo y alardeaban de sus ganancias, coches, casas y viajes de ensueño. Entre los agentes inmobiliarios que tenía como compañeros había auténticos obsesos del vil metal, además de machistas mujeriegos, que harían palidecer al mismísimo lobo de Wall Street.
Fue precisamente en febrero de 2007 cuando abandoné ese mundo, diciendo claramente que el sistema se iba a hundir, y así fue.
Años más tarde y con una crisis galopante de cuya salida no estoy del todo seguro, todavía la mayoría de los ciudadanos se mueven en clave de propiedades, hipotecas y en tener más que los demás, aunque sea cargándote a todo lo que tengas por el camino.
El resultado da lugar a una serie de cadáveres y, a una forma de trabajar, que impide el desarrollo de proyectos labores y de vida moralmente éticos. Mismamente a mí me ocurrió, con un caso de alquiler en una oficina.
Por eso ver esta película me produce una apatía y una rabia interior incomprensible, hasta el punto de terminar odiando a los que fueron mis anteriores caseros, a mis compañeros de aquella inmobiliaria y a los banqueros que me he ido encontrando.
Y si hablamos de banca, ya os contaré en otra ocasión lo que escuché, palpé (y hasta grabé), en las sesiones formativas de un organización de este tipo.
No sé vosotros, pero en este mundo dominado por el dinero, la hipotecas, los bancos y los economistas no quiero vivir. Y más cuando te tratan como si fueras tonto, al igual que esta película ininteligible, a la par que reveladora.
Francisco Javier Millan
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