Probablemente sea muy aventurado juzgar una película únicamente por su clímax final y por sus escenas más explosivas. Y sin duda lo es, ya que habitualmente lo más sensato es realizar una valoración global de todo el conjunto.
Pero cuando te presentan una estructura donde la primera escena de acción es resultona, y el resto va escalando tranquilamente hacía un gran final, pues el resultado no es otro que el de un sonoro aplauso. El final es tan adrenalitico, que uno no quiere que termine nunca.
Stallone y su grupo de indestructibles héroes de acción han logrado con esta tercera parte superar cualquier atisbo de duda. Aún recuerdo la sensación de estupidez constante que rodeaba al capítulo anterior (y sino que se lo digan a Chuck Norris). Aquí el humor sigue estando presente, pero mucho más dosificado y la mayor parte del mismo representado por un extravagante Antonio Banderas.
La gran batalla en el edificio abandonado, con tanques, ejército y helicópteros incluidos, es el canto de cisne para muchos de los que disfrutamos del género de acción de los ochenta.
Si bien quizás la presencia de un grupo de héroes más jóvenes no era del todo necesario, si que se puede comprobar que funcionan bastante bien dentro de la interacción con los más veteranos.
La presencia de Mel Gibson como villano es otro de los puntos positivos, su sola presencia da un empaque diferente a la amenaza que se cierne sobre los miembros del equipo. Gibson con los años ha generado una reputación y una forma de ser difícil de olvidar cuando uno lo ve en la pantalla grande. Hay muy mal rollo tras su fachada.
La estructura de reparto coral tiene sus riesgos, y la acumulación de estrellas en el cártel provoca que muchas de ellas se vean eclipsadas, como es el caso de Statham, Jet Li o Schwarzenegger. Harrison Ford está resultón, aunque apenas se mueve del asiento de su helicóptero, y Wesley Snipes es objeto de una serie de bromas y auto referencias carcelarias la mar de divertidas.
Y ya que estamos, me atrevería a decir que es la mejor de la trilogía. Y mucho me penaría si no tuviéramos más continuaciones.