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Voto de Francisco Javier Millan:
3
Terror Un grupo de jóvenes utiliza una ouija para tratar de contactar con una amiga que ha fallecido recientemente. Los problemas surgen cuando, sin querer, convocan a una presencia oscura. Adaptación del juego de tablero de Hasbro. (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasbro nos ha metido un anuncio de 90 minutos de duración. Sí, lo habéis oído bien, esta compañía distribuye en los Estados Unidos el mal llamado juego de la oui-ja, además de otros productos como los Transformers, los Gi-Joe o el Hundir la Flota.
Todos ellos adaptados al cine con desigual fortuna en los últimos años. Que un juego de mesa genere un argumento (como lo hizo “Battleship” en el 2012) es más que sorprendente, pero que lo vuelvan a intentar con este “supuesto” comunicador con el más allá, ya resulta increíble.
El mensaje que se transmite no deja de ser otro que: “Tenga usted una oui-ja en su casa”. Yo aún recuerdo cuando se vendía en España en ciertas tiendas al lado del Monopoly y el Trivial.
Independientemente de su mal uso por parte de los adolescentes, y de las toneladas de leyendas urbanas que hay alrededor de la misma, sin duda no es un producto adecuado para su comercialización en masa.
La historia nos habla de casos sonados que han acabado en problemas psiquiátricos graves e incluso en la muerte. Todo por el simple juego inocente, de intentar contactar con los fallecidos.
¿Son ellos los que mueven el indicador?, ¿es nuestro subconsciente?. No lo sabemos, no está demostrado.
En lo estrictamente cinematográfico, la película en cuestión, es una mala película de terror. Una sombra derivada del éxito de James Wan, del que toman prestado muchos de sus elementos, pero obviando las extraordinarias atmosferas que crea el director de “Insidious”.
La trama juega con el susto provocado por el ruido, y prescinde por completo de una ambientación enrarecida o sórdida. Es un producto de terror desinflado, apto para consumidores de palomitas y nachos en los cines de centros comerciales. Es decir, les asustamos, pero sin pasarnos demasiado.
Yo casi prefiero desempolvar mi viejo tablero, y contactar con mi abuela, antes de volver a meterme a ver esta clase de películas.
Francisco Javier Millan
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