Da la sensación que las películas románticas para adolescentes quieren dar un paso adelante en territorios mucho más dramáticos. Pero lo que funcionaba a la perfección con esa pareja encantadora de “Bajo la misma estrella” no ocurre ni de lejos en este nuevo romance salpicado de momentos desgarradores muy propios del melodrama.
Tras un arranque más que prometedor a la película le vence el tedio emocional. No hay nada peor que intenten hacerte sentir y llorar, y que no lo consigan en ninguna de las escenas.
El relato discurre en forma de flashback de los últimos acontecimientos de la vida de Mia, una joven de 17 años, con unas habilidades especiales para con la música y sobre sus primeros pasos en el despertar amoroso de su tierna juventud.
Chloe Grace Moretz es lo mejor de esta cinta anodina, su sola presencia es enternecedora, pero el grado de empatía con el espectador está mal desarrollado. El problema fundamental reside en la nula química entre los diferentes personajes, sobre todo con el chico rockero. Pero ni los padres ejercen esa figura necesaria en esta clase de historias. Todo suena a mal encajado.
Lástima que Grace Moretz se haya encontrado en su camino con un proyecto de estas características, ya que ella tiene un gran futuro por delante en esto del cine. Solo ella y desde luego sus agentes son los que deben reconducirla por otros derroteros. El tiempo lo dirá.
Mientras tanto el espectador que atraviese el umbral de una sala de cine es probable que haga uso del título de la misma y decida o no quedarse a soportar los larguísimos 106 minutos de su metraje. Parecen tres horas.