A medio camino entre las comedias bélicas tipo “MASH” y “Los violentos de Kelly” y el cine de los hermanos Coen, el director Fernando León de Aranoa salta a la producción internacional, con un apreciable título ambientado en la guerra de los Balcanes.
La historia, contada desde el punto de vista de los cooperantes, resulta ser una interesante fábula sobre las consecuencias de la guerra, apuntalando el drama con unas buenas dosis de surrealismo y situaciones muy propias de la vida misma.
La pareja protagonista de Benicio del Toro y Tim Robbins es brillante. Dos actores que derrochan buen rollismo, a la vez que dureza en sus rostros y bondad. Dos personajes que harán todo lo posible por solucionar un sencillo problema, que a la vez se convierte en algo trivial por culpa de la guerra y la burocracia.
El film casi se podría enmarcar en el género de las road-movies, ya que su estructura está formada por pequeños episodios, que van apareciendo progresivamente a medida que avanzan los coches por los polvorientos caminos.
De todos ellos, sin duda el que cobra mayor fuerza, es el protagonizado por el niño y su pelota. Llegando incluso a contener conmovedores pasajes sin entrar en la lágrima fácil.
La película solo tiene el peligro de pasar un poco de largo para algunos espectadores, que hasta pueden considerarla como un entretenimiento ligero y distraído. Su director ha firmado una obra sólida y un digno paso hacía un tipo de cine más ambicioso. Ahora sí, empieza a llamarme la atención.