Plagio, quizás remake encubierto de la premisa y estructura del primer “Toy Story”, sustituyendo a los icónicos juguetes por una serie de animales de compañía con poco o nulo carisma. Tengo la sensación que en la actualidad la industria de la animación es capaz de animar cualquier cosa, es más, este año ya hemos tenido una aventura animal con la magnífica “Zootropolis”, unos pájaros enfadados bastante poco atractivos, pronto podremos ver a las cigüeñas con su propia película y una especie de “talent show” con especies de todo tipo.
¿Acaso nos encontramos ya en la decadencia del género, incapaz de innovar en historias nuevas, y solo centrado en la creación de universos sobre los que se vuelve una y otra vez? No hago más que ver películas clonadas, versiones de historias quemadas que, salvo en honrosas excepciones, discurren por el mismo tipo de gag y por esa sensación de locura e irreverencia “controlada”. Utilizar el ruido y el ritmo frenético con el simple objetivo de llamar la atención a la chiquillería.
Illumination, la productora que nos trajo la adorable “Gru” y sus Minions, tira por la senda fácil. No indaga en las posibilidades que puede generar la vida de nuestras mascotas, y se introduce en una aventura caótica, aburrida y sin apenas un mínimo de originalidad. Basa sus pocos momentos humorísticos en los estereotipos más habituales de los animales, conduciéndolos a una tediosa carrera por la ciudad, perseguidos por un conejo insoportable carente de gracia alguna.
Probablemente aquellos que no se coman mucho la cabeza, es decir, los que disfrutan con “Ice Age” (y su insufrible ardilla), encuentren algo de diversión en esta propuesta. Para los demás, mejor nos quedamos en casa viendo “Como entrenar a tu dragón”, “Frozen” o “Enredados”. Y es que es muy fácil identificar cuando una película se hace con ganas de trascender y cuando, simplemente, para hacer caja en el verano.