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Voto de Francisco Javier Millan:
4
Aventuras Ya hace años que Tarzán (Alexander Skarsgård) abandonó la jungla africana para llevar una vida aburguesada como John Clayton III, Lord Greystoke, junto a su esposa Jane (Margot Robbie). Pero un día le ofrecen el cargo de embajador en el Congo. En realidad, todo forma parte de un plan ideado por un capitán belga (Christoph Waltz), aunque los responsables de llevarlo a cabo no están preparados para ello. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira que es difícil hacer una película aburrida de Tarzán, pues lo han conseguido y con creces. David Yates, autor del tramo final de la saga Harry Potter, nos presenta una nueva revisión del clásico de Edgar Rice Burroughs, intentando dotar al personaje de una extraña profundidad que solo consigue crear lastre. La clara intención de presentarle como un héroe de comic (como los actuales) con su mundo interior y sus problemas mentales, desproveen al señor de la jungla de todo atisbo de entretenimiento. El propio concepto “pulp” de Burroughs desaparece, tan solo haciendo mención de ello en la introducción con la presencia de los diamantes de Opar. El que podría haber sido un buen macguffin se diluye frente a una trama de corte político-colonial, salpicada con una serie de constantes flashback del archiconocido origen de Tarzán. Todo ello genera una sensación de desazón, provocada por una lentitud supina de todos los acontecimientos que se relatan. Hasta incluso me atrevería a decir que el regreso a África, dejando atrás una vida acomodada, no queda del todo clara. La motivación inexistente fuera y dentro de la pantalla.
El hierático rostro de Alexander Skasgard, pasando por el florero que representa Margot Robbie, hasta la absoluta pasividad de Christoph Waltz, son otros de los ingredientes de un film, cuyos protagonistas parecen no haber comprendido su espíritu. Es como si desconocieran el legado del que parten sus personajes, y lo que representan para un buen número de espectadores.
A todo ello se suma una selva de postal salida directamente de una sala de ordenadores, y unas criaturas que a rato parecen realistas y en otras ocasiones están muy por debajo del nivel que se espera de una gran producción de estas características.
Este Tarzán no solo nos hace refugiarnos en las viejas cintas de la Metro, sino también en otras propuestas como la deliciosa versión animada de Disney. Y es que incluso hasta “Tarzán y la ciudad perdida” del inefable Casper Van Dien tenía más minutos de entretenimiento que este soporífero acercamiento.
Francisco Javier Millan
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