Se nota que Russell Crowe ha estado presente en algunos de los títulos más representativos de las dos últimas décadas, y se intuye lo mucho que ha aprendido de gente como Ron Howard, Peter Weir o Ridley Scott.
Su salto a la dirección se salda con un sólido resultado, que aún siendo una historia algo manida en su desarrollo, logra con méritos propios atrapar de sobremanera al espectador.
La película denota cine clásico de aventuras de toda la vida. Un cine ambientado en lugares exóticos, con un tono costumbrista y cultural, mezclado con los elementos propios del melodrama desgarrador, pero sin cruzar excesivamente la línea.
La historia de este buscador no tiene nada que envidiar a muchas de las propuestas similares realizadas hasta la fecha, aunque ignoramos su grado de implicación como director, ya que detrás de la cámara se rodea de un equipo nada desdeñable.
Turquía se presenta como un país desfragmentado, por culpa de las secuelas de la Gran Guerra. Una tierra proclive a la cimentación de grandes héroes y porque no, de grandes aventuras.
Todo ello sin olvidar ese aroma a cine de buenos sentimientos y que a más de uno le hará emocionar en su tercio final. Y es que en el fondo no hay mejor implicación para un espectador, que cuando vemos en la pantalla a un personaje que nos cae bien, sufriendo por sus hijos desaparecidos.
Un auténtico viaje del héroe que contiene aventura, un poco de romance y otro poco de exotismo.
El tiempo dirá si Crowe se labra una carrera como director, mucho me penaría que no volviera a intentarlo de nuevo.