Al fin Brad Anderson se desprende del lastre que suponía el trabajar con Filmax y nos ofrece uno de los mejores títulos (por el entretenimiento que ofrece) vistos en el Festival de Cine de Sitges.
Es muy probable que sea un título que tarde o temprano podamos ver en las salas comerciales, gracias a la participación de Halle Berry en el papel protagonista.
El resultado es una cinta dinámica heredada del ritmo de la televisión, medio por el que Anderson se ha movido en los últimos años (“Fringe” entre otras), llena de giros y acción, y que realmente engancha dentro de su simple planteamiento.
La parte central es la más sobresaliente, la acción en ruta y la interacción de muchos elementos propios de un mundo global y controlado por cámaras y satélites, la hacen un espectáculo nada desdeñable. No da tregua.

Quizás el único punto negativo es lo poco que se ensaña en sus escenas finales, buscando gustar a todo tipo de público. La violencia está presente, pero en su justa medida.
En resumen, una película políticamente correcta.