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Voto de Atticus Finch:
9
8,3
35.230
Western
Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
13 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aviso a navegantes: Ford y otros directores de su especie no van dando clases magistrales sobre ética, sobre lo que es recto o correcto de hacer. Relatan una época y a sus contemporáneos. Y tienen el arte y los cojones de hacerlo y convertirlo en obras maestras. Si buscáis un discurso diferente os vais a cabrear. Porque el mundo no funciona así. La fuerza de las pistolas o la coacción de las leyes (si cometes un delito y te pillo te la cargas) es lo que funciona con el puñetero género humano.
Con El hombre que (…) se habla mucho de acciones nobles, de sacrificio, de ceder el camino al nuevo futuro que se avecina…pero yo no lo veo así. Veo mortales con defectos humanos como la rabia, el desprecio, el interés...Vamos gente como con la que me codeo a diario. Por eso es tan desmitificadora. Por eso me gusta cada día más.
Y después llegaron los Leone y los Eastwood para construir encima de estos cimientos. Que hubiera sido de ellos sin el tipo del parche en el ojo. Que huérfanos hubiéramos estado todos sin el tipo de La diligencia o el de Centauros del desierto...
Con El hombre que (…) se habla mucho de acciones nobles, de sacrificio, de ceder el camino al nuevo futuro que se avecina…pero yo no lo veo así. Veo mortales con defectos humanos como la rabia, el desprecio, el interés...Vamos gente como con la que me codeo a diario. Por eso es tan desmitificadora. Por eso me gusta cada día más.
Y después llegaron los Leone y los Eastwood para construir encima de estos cimientos. Que hubiera sido de ellos sin el tipo del parche en el ojo. Que huérfanos hubiéramos estado todos sin el tipo de La diligencia o el de Centauros del desierto...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Doniphon: vive feliz en su charca. Es un tipo majete, noblote en el fondo, algo rudo y muy machote, pero no tiene huevos de decirle a Hallie que la ama. Tom se da cuenta un día que ser un machote y llevar revolver no sirven para conseguir lo que más se quiere, la mujer amada, que gracias a dios Hallie tiene la potestad de elegir. Cuando Tom se da de cara con la realidad, allana el camino de la mujer con el disparo más traicionero de la historia del western. No lo hace por Stoddard, al que en el fondo desprecia y al que humilla con la escena de los botes de pintura. Lo hace de forma rabiosa al verse derrotado y vencido:”Hallie, vete si es lo que quieres, vete lejos con él si le amas y dejadme los dos en paz.”
Stoddard: Llega con un baúl de libros, pletórico de ideales y pensando que las cosas se arreglan siempre hablando y razonando. Pero olvida, por su inexperiencia vital que siempre encontrará vaya donde vaya a tipos como Valance, que te meterán una bala entre los ojos si osas reprocharle su actitud. Ransom representa el futuro, pero necesita de la ayuda de los métodos del viejo, es decir, la fuerza no moral, la del cañón de un arma. Ransom un día abre los ojos y pierde la fe en sus principios a los que ve poco realistas. Coge un revolver y va a una cita con la muerte a la desesperada. Lo mejor viene después, con la convención en que Doniphon le cuenta la verdad. Tom le dice con bonitas palabras “acéptalo, eres un fraude, pero eres el fraude que esos de ahí dentro necesitan para vivir”. Pasan ¿veinticinco años? y Stoddard viaja a toda prisa hacia su destino gracias a que todo el mundo cree que mató a Liberty Valance, y en todos esos años Stoddard no ha dado un paso adelante y no ha confesado la verdad hasta el momento en que piensa retirarse. Que es un fraude. Quizás se diga a sí mismo que hay que tener principios pero que a veces hay que tener el valor de ver que al final son otros los que se manchan las manos por la ley.
Hallie: Vive como una mariposa que no puede abrir las alas, así que cuando tiene que elegir entre un dubitativo Tom, que no se decide a pasar la frontera de la amistad, y un Ransom, que le muestra, además de cariño y atención, la posibilidad de descubrir un nuevo mundo más amplio, no se lo piensa.
El comisario: más inútil que el cenicero de una moto. Su vida se reduce a engullir bistecs y trasegar cerveza. Nunca se ha hecho respetar ni lo hará. Contrapunto humorístico metido con mala leche para rebajar la tensión y plasmar la ley del viejo oeste.
Los periodistas. Los de Ford no enseñan nada nuevo que no sepamos. Siguen igual hoy en día. Hoy construyen monumentos de hombres que son de arcilla, apoyadas sobre leyendas corridas de voz en voz por unos intereses. Mañana hunden a otro en la miseria por otros motivos. Una mentira explicada mil veces al final será verdad y las pruebas de lo contrario van al final a quemarse a una estufa. Necesitamos héroes, de arcilla o de hojalata. Y si no existen, los creamos.
Stoddard: Llega con un baúl de libros, pletórico de ideales y pensando que las cosas se arreglan siempre hablando y razonando. Pero olvida, por su inexperiencia vital que siempre encontrará vaya donde vaya a tipos como Valance, que te meterán una bala entre los ojos si osas reprocharle su actitud. Ransom representa el futuro, pero necesita de la ayuda de los métodos del viejo, es decir, la fuerza no moral, la del cañón de un arma. Ransom un día abre los ojos y pierde la fe en sus principios a los que ve poco realistas. Coge un revolver y va a una cita con la muerte a la desesperada. Lo mejor viene después, con la convención en que Doniphon le cuenta la verdad. Tom le dice con bonitas palabras “acéptalo, eres un fraude, pero eres el fraude que esos de ahí dentro necesitan para vivir”. Pasan ¿veinticinco años? y Stoddard viaja a toda prisa hacia su destino gracias a que todo el mundo cree que mató a Liberty Valance, y en todos esos años Stoddard no ha dado un paso adelante y no ha confesado la verdad hasta el momento en que piensa retirarse. Que es un fraude. Quizás se diga a sí mismo que hay que tener principios pero que a veces hay que tener el valor de ver que al final son otros los que se manchan las manos por la ley.
Hallie: Vive como una mariposa que no puede abrir las alas, así que cuando tiene que elegir entre un dubitativo Tom, que no se decide a pasar la frontera de la amistad, y un Ransom, que le muestra, además de cariño y atención, la posibilidad de descubrir un nuevo mundo más amplio, no se lo piensa.
El comisario: más inútil que el cenicero de una moto. Su vida se reduce a engullir bistecs y trasegar cerveza. Nunca se ha hecho respetar ni lo hará. Contrapunto humorístico metido con mala leche para rebajar la tensión y plasmar la ley del viejo oeste.
Los periodistas. Los de Ford no enseñan nada nuevo que no sepamos. Siguen igual hoy en día. Hoy construyen monumentos de hombres que son de arcilla, apoyadas sobre leyendas corridas de voz en voz por unos intereses. Mañana hunden a otro en la miseria por otros motivos. Una mentira explicada mil veces al final será verdad y las pruebas de lo contrario van al final a quemarse a una estufa. Necesitamos héroes, de arcilla o de hojalata. Y si no existen, los creamos.