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España España · sevilla
Voto de paula:
6
Drama Basada en hechos reales, describe el mundo del crimen organizado en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro, desde finales de los sesenta hasta principios de los ochenta, época durante la cual el tráfico de drogas y la violencia impusieron su ley en las favelas. A finales de los sesenta, Buscapé, un niño de 11 años tímido y sensible, observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la ... [+]
5 de julio de 2007
18 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como película daría un excelente a este film, pero cuando una película se basa en una realidad no puedo ser indiferente en mi crítica a los efectos que el film puede producir, ya que la ciudad y sus representaciones se producen mutuamente.

Hace poco leí un artículo de Ricardo Greene (Bifurcaciones) que me resultó de especial interés, y en el que se planeaba que, aunque en principio parece que el film “Ciudad de Dios” se inscribe en la larga tradición cinematográfica latinoamericana que gira en torno a fenómenos como la marginalidad, la pobreza y la violencia, utilizando el cine como un mecanismo de denuncia, un análisi atento descubre que este no es el caso. La exposición de la dura vida en las favelas en Ciudad de Dios, no pretende denunciar indirectamente un estado de cosas. La libertad con que se abandona al espectador, la engañosa voz-en-off que articula el relato, la carencia de guías morales y la distancia con que se relatan las historias no sólo exacerban la violencia presentada sino que además la vuelven atractiva. Es un cine que, “en lugar de denunciar, fascina y corre el riesgo de perpetuar tanto el modelo como la situación social que es la fuente de su discurso y su forma”

Puede decirse que “Ciudad de Dios” cosmetiza la brutalidad de las favelas, las que tradicionalmente eran representadas como infiernos urbanos pero que ahora son resignificadas y transmitidas desprovistas de crítica social. En un mundo desorientado como el nuestro incluso un infierno puede ser convertido en una postal turística.

Por otra parte, Río de Janeiro no es una ciudad dividida, compuesta de dos realidades esterilizadamente independientes. La escisión entre el mundo marginal y el de la clase media trabajadora no es sólo formal, en el sentido de que “el público, escondido tras un espejo falso, se espanta y se divierte delante de sus anti-héroes, incapaces ambos de mirarse dentro del mismo cuadro” sino también doctrinario, en la medida que la pobreza se retrata tan hundida que parece imposible traerla de nuevo a la superficie. La compleja realidad difícilmente puede reducirse a distinciones binarias, y que toda ciudad es siempre compartida por sus habitantes, nos ata a todos con la misma poderosa fibra.
paula
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