Deseoso de escoger una película al azar cuyo argumento desconociera por completo, cayó entre mis manos esta cinta de la que nunca había escuchado hablar. Sin tener grandes esperanzas depositadas en mi elección y pensando que sería algo más cercano a la típica patochada para obtener un gustoso encefalograma plano, fui gratamente sorprendido por una historia sumamente entretenida y bastante bien hecha. "X" es una película con clarísima reminiscencia del clásico de terror gore "La matanza de Texas" y que mezcla hábilmente con ese pseudotoque que deja un regusto en el paladar a peli de serie B de esas que se ubican bastante por encima de la media, todo ello aderezado con explícitas escenas de sexo, que al fin y a la postre implican uno de los cimientos en los que se justifica la historia.

En efecto, "X" se apoya en repetidas escenas de sexo para sumergirse en ese tenebroso e inestable mundo de los deseos reprimidos y de la no aceptación del paso de los años y de su repercusión en las funciones y capacidades fisiológicas más elementales. A través de los dos ancianos que nos presentan, se ahonda en ese mundo que en último término deviene en irresistibles envidias hacia los bienes y virtudes del prójimo y que uno ya no alcanzará por una simple cuestión biológica. A todos nos llega el momento del bajón físico y unos lo aceptarán con naturalidad mientras que otros se fustigarán con cada hora de su vida en la que ya no pueden llegar a donde llegaban con unos cuantos años menos mientras que las siguientes generaciones lo siguen gozando por estar en la flor de la vida. Pues bien, digamos que en esta película alguien no va a encajar demasiado bien que un grupo de veinteañeros se pegue el filete a cada momento del día y de la noche, y mucho menos que lo hagan disfrutando de una carne tersa, lisa y bien erecta, sin arrugas en su superficie y ganando la batalla a la ley de la gravedad.

El resultado de semejante nivel de impotencia y resentimiento por los anhelos del pasado que ya no volverán dará rienda suelta a la perversión en todo su esplendor, desbocándose la teoría del "todo me la suda" y del "pa´ lo que me queda de estar en el convento, pues me cago bien adentro". Así que la sierra mecánica de aquella matanza de Texas será sustituida aquí por escopetas, martillazos digitales, yugulares descuartizadas y extracciones oculares, servido todo ello con una sangre más explícita que la que teníamos en el clásico de los años 70, pero no perdiendo ni la intensidad narrativa ni el nivel de pulsaciones.

Me gusta la trama y la cuidada forma en la que se muestran y ejecutan los acontecimientos. No se cae en la típica historia que va eliminando fichas del tablero sin orden ni concierto y a una velocidad tan endiablada que no somos capaces de asimilar las cosas, sino que lo que elimina lo hace con acierto, justificación y buen hacer. Se le otorga a cada suceso un aura de tenebrosidad que no obstante (quizá por lo grotesco del momento) desprende cierto olor a humor por puro recochineo. Los viejos se convierten de alguna manera en la personificación de aquellos gusanoides de "Temblores" que devoraban con el mismo nivel de ansia que de guaseo, mientras que los lujuriosos fornicadores acumulan orgasmos con la misma avidez que el destino se pirra por sus vísceras.

Un festival tan ingenioso como entretenido en el que la sangre, las vísceras, el deseo más carnal, la codicia, la envidia y el capitalismo en forma de semen y cabalgadas, se citan en un producto que una vez visto, no será fácil de olvidar.