No le pidan ustedes peras al olmo y limítense a comerse los frutos sin semilla que les ofrece en realidad este árbol. Porque esta película tiene muy poco del Rey de los kaiju y si su presencia aquí fuera sustituida por un Pterodactylus de 200 metros o un Velociraptor hiperagigantado de 180 metros, seguramente el guion de la historia y el transcurso de los acontecimientos no cambiaría en absoluto. Aquí Hollywood se ha limitado a cambiarle al bicho la bandera japonesa que traía de fábrica por una etiqueta made in USA para gozo y alborozo de los patrióticos estadounidenses que contemplan con aberrante mirada el poder que ejercen los dólares sobre los ojos del mundo. De hecho, sabemos que es Godzilla porque en la carátula de la cinta pone eso y porque un viejo moribundo al inicio de la peli parece murmurar algo parecido a eso, pero en realidad su aspecto e intención parece estar más próxima a los deseos de ver de nuevo a un Tyrannosaurus en suelo urbano americano tal y como ya se vio un año antes en Jurassic Park 2.

Así que no sé qué quieren que les diga. A partir de aquí ya todo es plástico puro. Un producto de imitación de top manta que se rompe al tercer día de uso. Algo de usar y tirar, fast food para las salas de cine y carne de cañón para los desaparecidos videoclubs. Un mostrenco de dimensiones bastante variables a lo largo de la peli, donde ni tan siquiera se han molestado en cuidar y mantener las proporciones del animal y donde su cabeza puede oscilar entre el tamaño de un autobús y el de un campo de fútbol y donde su pisada puede ir desde los 10 hasta los 80 metros, según el momento y la conveniencia. Todo eso aderezado de por medio con una estúpida relación amorosa entre un científico despistado y la clásica rubia tonta del culo que suelen poner en los cines. Todo un clásico lleno de clichés mil veces vistos.

Ahora bien. Lo bueno empieza cuando la atención se desvía de Godzilla hacia sus hijos y cuando la relación amorosa deja de tener importancia para ser devorada por un Jean Reno que es el único ser humano que aporta algo de provecho aquí. Y es que la segunda parte de la peli gana enteros a raudales cuando el Madison Square Garden con sus huevos y Jean Reno con los suyos hacen acto de presencia. Y esto ocurre porque la peli se deja llevar por la americanada que en verdad es y se olvida de la marca Godzilla. Pasa entonces a convertirse en un producto más de monstruitos, acción, aventuras y ciencia ficción en toda regla en la que emerge la figura del macho cabrío personificada en el actor francés, como si fuera un "León el profesional" que en lugar de salvar a una niña de un grupo de matones, debe salvar a unos imbéciles civiles de una horda de mini bichos de dos metros. Aquí uno empieza a pasárselo bien y siente que está viendo algo digno, con cierto atractivo y adicción palomitera. Esto compensa a la primera mitad de la película y hace una regresión a la media que permite que el total apruebe.

Por cierto, pocas veces he visto un final tan abiertamente sumiso al veredicto de las ganancias de taquilla. Si me forro con esta peli os meto la segunda y si no me sale rentable, que os den por culo a los espectadores. Eso debieron pensar en Hollywood.