Siempre he creído que las fiestas que acaban siendo más divertidas y que se recuerdan con mayor agrado durante el resto de la vida son aquellas que no te esperas, que llegan por casualidad o que piensas que van a ser una puñetera mierda pinchada en un palo. Y esto es "El Guateque". Una película que consigue plasmar casi a la perfección el ideal de la fiesta soñada, aquella en la que entras con cero expectativas y de la que sales habiendo cortado las dos orejas, el rabo y con tu vida cambiada por completo. Vale, cosas así no suelen pasar en la vida real, pero todos las hemos imaginado y alguna que otra vez hay gente que ha estado próxima a experimentarlo en sus propias carnes o literalmente lo ha acabado viviendo en primera persona.

Para mí es de las películas que mejor sabe ir creciendo conforme avanza el metraje y el paso de los minutos va ejerciendo en el espectador un efecto dopaminérgico y serotoninérgico bastante parejo al que producen ciertas sustancias legales que se suelen consumir en las fiestas. Normalmente el alcohol hace que te sueltes, que te vayas sintiendo bien, que vayas entrando en calor y que vayas cogiendo soltura verbal y gestual. El bueno de Hrundi Bakshi aquí es bien consciente de ello y su personaje va descubriéndose ante nosotros como una suerte de glande que consigue liberarse poco a poco de una timidez prepucial que inicialmente parecía acomplejarle para no permitirle ver la luz. Gracias a alguna que otra alma gemela camuflada por el lugar se irá dando cuenta de que no todos los trajes con corbata o pajarita imponían tanto respeto como esperaba y no todo lo que parecía que le iba a comer al final le acababa comiendo.

Blake Edwards sabe combinar lo esperpéntico con lo quasi-surrealista y darle un toque humorístico bastante particular, con escenas tan ridículas y diálogos por momentos tan estúpidos y banales que es inevitable reírse soltando un "¿esto qué coño es? Lo patoso al servicio de lo accidental y los decorados al servicio de las mejores invenciones que un niño pudiera haber tenido. Todo respira un aire ciertamente infantil y hasta me atrevería a decir que los niños disfrutarían esta película con la misma intensidad que los adultos. Todo luce en pantalla con viveza, con colores y luces perfectos para combatir la tristeza y hasta la conversación más incómoda digna de ascensor se convierte en una parodia dentro de sí misma. Todo brilla reluciente en una sucesión de escenas a las que no les cabe más alegría en pantalla. Sin duda el resultado es un espectáculo que te hará sentir dentro de la fiesta de tus sueños.

LO MEJOR:
- Su progresivo e imparable "in crescendo".
- El chute de buen rollo que transmite.
- Tiene una sucesión de gags que son desternillantes.
- Las ganas de bailar y de empezar a pegar brincos que te entran mientras ves la peli.
- Si no las has visto y tienes algún día oportunidad de verla en un cine con pantalla gigante y el volumen a toda pastilla, no pierdas la ocasión, porque saldrás con energía para una semana entera.

LO PEOR:
- No saber dónde dan estas fiestas para poder acudir.