Película de drama e intriga que se desarrolla en la Corea de los años 30 durante la ocupación japonesa. Con un diseño de arte que recrea una mansión lujosa, con una construcción interesante que mezcla la arquitectura victoriana inglesa con la tradicional japonesa. Los decorados de la época, así como los vestuarios también están muy bien producidos. Todo ello apoyado por una fotografía que ejerce un importante papel y ofrece hermosas tomas de los paisajes asiáticos habituales.

Caracterizada por sus múltiples giros argumentales donde nada es lo que parece. Destacar, por tanto, el desarrollo narrativo dividido en tres actos, aunque con ritmo desigual.

Como en la mayoría de cine asiático, el elenco ofrece unas interpretaciones kinésicas, con exceso de gesticulación tanto corporal como facial lo que, personalmente, considero que resta credibilidad a la interpretación (que no al guion, que es claramente ficcionado). Quizá este es el punto que me ha provocado que pierda cercanía con los personajes y deje de sentir empatía alguna.

En mi opinión, Park Chan-wook quiere abarcar mucho en esta película. Mezcla en la coctelera la tradición asiática, el momento histórico de ocupación, el amor lésbico entre Sook-Hee y Hideko, la trama de suspense y la ultra-violencia.