Lo del Rambo ruso tenía que pasar y pasó, aunque como era de esperar con las derivas que cabe imaginar en una coproducción de Namibia, Sudafrica y Hollywood: el rambo ruso -Nikolai para más señas- sufre un shock al descubrir las atrocidades que sus jefes cometen con prisioneros africanos, y se tomará la justicia por su mano, revelándose y pasándose al bando "bueno". No creo que precise aclarar qué posicionamiento es ese.
Tras disfrutar de un lapsus aventurero y fantástico, al ex modelo sueco con cara de piedra y estoicismo marca de la casa le toca readaptarse a su registro más popular y efectivo -que no único, eso estaba demostrado- para meterse en la piel renegada del "johnny" soviético con barras y estrellas reemplazados -al menos, repito, de entrada- por la hoz y el martillo:
"- Le envié para liberar a un pueblo oprimido.
- ¡Pero no me dijo quienes eran los opresores!"
Joseph Zito vuelve a reclutar a Emmet Walsh para que haga exactamente lo mismo que en 'Desaparecido en combate' y, de rebote, nos alegra los oídos haciendo sonar rock and roll clásico americano (porque eso es lo que hacen los americanos, oyen rock and roll y comen hamburguesas) cada vez que sale sumándole un alivio cómico al asunto. La verdad es que, en ocasiones, no estaría de más si ampliar el repertorio musical más allá de Little Richard y, en especial, 'Good Golly, Miss Molly'.
El cubano de pega Carmen Argenziano y los rusos de pega T. P. Mckenna y Brion James le intentan complicar la vida a Lundgren cómo y cuando pueden: cuando lo encadenan, dejándose capturar o cuando está inconsciente.
Volviendo a Zito: el sadismo ensañado, la tortura psicológica y física o la violencia extrema prevalecen como dos herramientas infalibles para generar entretenimiento, ahorrándose el gasto añadido de tener que buscar vestuario (casi inexistente) para Dolph Lundgren.
Por lo visto tuvo una especie de continuación cuyo grado de autenticidad -o de posticismo a lo 'En Tierra Peligrosa 2'- no me priva del sueño descubrir...
¡A mí ésta me vale por dos!