A mediados de los 90 Cannon Films aún es un cadaver fresco no expuesto a la explotación nostálgica cuyos restos descansaban parcialmente sobre un Menahem Golan que trataba de extraer petróleo en sus últimos estertores a una agonizante 21st Century Film. Y lo mismo puede afirmarse tanto de Charles Bronson como de una forma de hacer cine de acción que contribuyó a reanimar en las dos décadas previas. Sin embargo hay que contar con el atenuante de que un Bronson inmerso de pleno en su periodo más desvencijado y crepuscular -tanto por edad como en lo profesional- se encontraba un poco de vuelta de todo.
Dicho lo cual, qué carajo... ¡saca de la caja el revólver por última vez, Paul! O juguetes teledirigidos -con permiso de la saga primahermana de Clint-.
A sus sete... (en su madurez) Paul Kersey disfruta de una vida relajada con su novia diseñadora (Lesley-Anne Down) a la que, tal como nos ha demostrado el curriculum sentimental del arquitecto justiciero, la aguardan peores amenazas que la transfomación de las tendencias: acceder a testificar contra tu ex marido que, además de tener la jeta de Michael Parks, es un jefe de la mafia irlandesa, tampoco es lo más parecido a un seguro de vida. Y menos todavía cuando a éste lo respalda un sicario travesti aquejado de caspa.
Sosa en conjunto, aunque a medida que se aproxima a su final vaya cediendo progresivamente terreno de la horterada -la década de los 90 y el mundo de la moda, esa suma explosiva- al tardío y esperable festín violento.
Tras la cámara Allan A. Goldstein, el visionario director que nos traería '2001: Despega como puedas'.