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Voto de antonio lopez herraiz:
8
Comedia. Drama La abuela está a punto de cumplir cien años y todos los miembros de la familia se trasladan a la finca para felicitarla. A la vieja casa llegan los dos hijos, Fernando y Juan, sus respectivas esposas y sus tres hijas. También llega Ana, la antigua institutriz y su marido argentino. A la cita sólo falta José, el más pequeño de los hijos, que murió hace unos años. Todos los hijos esperan que la anciana muera para parcelar la finca, ... [+]
2 de junio de 2022
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Tengo el firme convencimiento de que la razón de Carlos Saura para rodar la única secuela de su filmografía no era tanto el completismo del surrealista arco familiar trazado por la esquizofrénica -y a pese a eso, por encima de todo, de sesgo íntimo y profundamente sentimental- 'Ana y los Lobos' como una imperiosa necesidad no ya de sacar más jugo a un clan disfuncional y su opaca paleta de turbias personalidades presentes en todos sus integrantes, sino especialmente a la de la figura matriarcal en una brillante, extraordinaria y desproporcionada -y para ella de ningun modo son halagos aleatorios ni complacientes- Rafaela Aparicio, a la que tanto Saura como Fernán-Gómez (que repite también dentro del reparto) tuvieron el privilegio de ser los dos directores que mejor supieron explotar su capacidad para que tanto una simple lágrima como sus estallidos de euforia sirviesen exactamente para lo mismo: ponerte el corazón en un puño.
Aún estoy esperando a que llegue quien supere su monstruosa facilidad para manipular tus emociones así, al oírla hablar, actuando cualesquiera que fuese su diálogo.
Por exigencias de guión a Norman Briski le toca la papeleta de pasarse toda la película con una expresión crónica de despiste (salvo en las escenas que comparte con la actriz principiante -no se le nota- y ex Miss Universo -eso sí se le nota- Amparo Muñoz).
Al grueso de los hijos de la matriarca Aparicio les corresponde revolotear como buitres que aguardan su muerte en un, no obstante, entrañable aquelarre familiar. Aunque tal vez se pueda perdonar, entre el círculo tóxico, al rol homónimo de Fernando Fernán-Gómez limitándose, de nuevo, a vivir en su propia realidad imaginaria.
Y así alcanzábamos el final de una monotemática etapa de 13 años dedicada por completo a la admiración e inspiración que Saura sigue profesando a Buñuel y Bergman.
O así he creído entender la intención de su obra desde su tercera película hasta aquí, y que en futuros trabajos iba a recuperar tan solo episódicamente (punto a favor de la heterogeneidad).
Esta sí que es de las imprescindibles -como lo era su antecesora- en cualquier retrospectiva de Carlos Saura.
No diré que sobre esta familia se extiende la sombra de los Leguineche por que, no lo olvidemos, estos llegaron antes.
antonio lopez herraiz
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