Dando por hecho que Chad Stahelski, co-fundador de la franquicia junto a David Leitch ('Atomic Blonde', 'Deadpool 2'), ya no podría montar un pifostio aún mayor que el de la segunda entrega sobre el vengador de mascotas inmortalizado -literalmente, a tenor de lo que cuesta matarle- por Keanu Reeves, el realizador opta por dar más de lo mismo y rematarlo con tres jugadas maestras. Otorgar más empaque al invento con otros fichajes de lujo que, junto a los ya habituales Ian McShane y Larry Fishburne, traten de darle mayor enjundia al asunto. Lo cual se traduce en que Anjelica Huston meta el piloto automático y se gane las lentejas como tercera benefactora en discordia del sicario. Lo segundo es suplir la acuciante falta de garra y mala uva que Ruby Rose -aka Batwoman- mostró en el segundo episodio, contando con el señuelo de un villano que no sólo está a la altura, sino que además es un valor seguro en el noble oficio de arrear hostias como panes. Y aquí es donde Mark Dacascos cumple con creces en un práctico ejercicio de simbiosis profesional, haciéndoselas pasar muy canutas a Reeves, para poder añadir a su currículo otro producto actioner que no se haya estrenado exclusivamente en plataformas digitales o videoclubs. El tercer gancho de 'John Wick: Parabellum' (2019, Chad Stahelski) probablemente sea el de permitir que Halle Berry, 17 años después de 'Muere otro día' (2002, Lee Tamahori), y sólo uno más desde 'Operación Swordfish (2001, Dominic Sena), siga ejerciendo fugazmente el rol de sidekicker maciza y letal que ya se conoce al dedillo.
Por lo demás que nadie espere grandes novedades. Como ya he dicho, Stahelski apuesta sobre seguro, y se limita a repetir la misma ecuación bajo la máxima del 'más y mejor'. Es decir, con más asesinos, más peleas y más escenarios. Hay John Wick para rato.