¡Dudikoff ha vuelto! Y lo hace poniéndose en la tesitura de Sylvester Stallone, Chuck Norris (o Charlie Sheen) encomendándose a la patriótica labor de héroe al rescate, en la tradición de las continuaciones de 'Acorralado', 'Desaparecido en Combate' y, en un futuro no muy lejano, la paródica 'Hot Shots 2' (1993, Jim Abrahams).
La misión que trae de vuelta al sargento Joe Armstrong -ahora profesor de conocimiento del medio- consiste en liberar a los soldados estadounidenses capturados por un terrorista millonario y musulmán -por cierto, atentos al cachondo doblaje patrio, hiatando con 'i' intercalada todas las palabras que salen de la boca del jeque, para que se note que, al ser extranjero, no las pronuncia correctamente-; el cual tiene a su disposición un ejército de ninjas africanos (???), liderados por una especie de pariente lejano de Shredder y el Guerrero del Antifaz y conjuntados igual que los Power Rangers: hay ninjas blancos, ninjas rojos, ninjas azules, ninjas amarillos y ninjas que visten del negro de toda la vida -una duda, ¿el color del uniforme de un ninja depende del nivel de destreza que ha alcanzado al luchar, es para que haga juego con sus ojos o se puede elegir al tuntún y ya está?-.
David Bradley goza del status que jamás se le otorgó a Steve James: obtiene el grado de protagonista en lo que, previamente al transitorio episodio de cautividad, es más una película -la suya- dentro de otra -la de Dudikoff y un selecto grupúsculo de guerrilleros, mercenarios y metalheads que parecen sacados de un exploitation de Mad Max-.
'American Ninja 4: The Annihilation' (1991, Cedric Sundstrom) está más lejos de la impronta despendolada y trash de los episodios precedentes para nutrirse más del embrutecimiento misógino, chusquete y ultraviolento del cine de acción de la década recién inaugurada.
Cedric Sundstrom se encarga de dirigir -es un decir- la que fue su 5° y última película.