En 'Tierra Firme', el director Carlos Marques Marcet juega a reinterpretar las relaciones sentimentales de manera inversa a como lo hizo en su ópera prima, '10.000 Km'. De manera que si allí conocimos a una joven pareja --David Verdaguer y Natalia Tena- que deseaban tener su primer hijo pero vivían separados por 10.000 kilometros de distancia, ahora ellas -de nuevo Tena, junto a Oona Chaplin-, lejos de estar distanciadas, conviven dentro de un espacio reducido que las mantiene unidas -la embarcación donde habitan como nómadas- pero permanecen separadas al no compartir las mismas prioridades personales. Una de ellas quiere ser madre, la otra no, y David Verdaguer es, además de su mejor amigo y un altruista donante de esperma, el elemento que siembra la discordia -que no el triángulo- sentimental entre las dos.
Curiosamente la sensación de encierro físico que hila la mayor parte del relato repercute en un tono todavía más liviano, distendido y abierto que el de la anterior obra de Marcet estrenada en salas comerciales, cuya condición de melódrama romántico era más acentuada en comparación a la de este segundo largo, coqueteando ahora con un lenguaje más afín al de los trabajos mas personales de Richard Linklater o María Ripoll.
'Tierra Firme' (2017, Carlos Marques Marcet) es un segundo paso coherente para una corta filmografía que -dejando de lado ese paréntesis telefilmico sobre la muerte de Lluís Companys-, se me antoja bastante prometedora.