Malabarismos no, lo siguiente. Primero es otra de Paco Martínez Soria -penúltima y, curiosamente, sólo la segunda con Mariano Ozores-, que ha descubierto que tiene una hija por ahí a la que no conoce... a sus 60 años (ejem, ejem).
Luego da comienzo un My Fair Lady rupestre en el que cae uno de los dos trabajos memorables que Adriana Ozores bordó para su tío en un año -esa sirvienta que se comunica con silbidos en 'El liguero mágico'-.
La maternidad postiza de Ozores se la reparten su "tía" María Luisa Ponte y su "madrastra" Julita Martínez ('La casa de los martínez').
Y para rematar le sale un 'Adivina quién viene esta noche' (1967, Stanley Kramer) con el embetunado Antonio Ozores repitiendo el papel de jeque pero pintarrajeado de negro. Y lo que viene después deriva en un vodevil de suegros, pero a lo interracial con la amenización de una rocambolesca traca de golpes de estado en Africa que el libreto de 'El príncipe de Zamunda' (1984, John Landis), por casualidad o no, saqueó a placer en parte de su argumento.
Dejémoslo en que sería casualidad. Y que esto no nos impida recrearnos en, insisto, reivindicar el nacimiento de otra estrella del cine español consagrada por pleno derecho sin haberse encasillado en ningún género.
Tal y como lo vociferaban unos vecinos satánicos de Mia Farrow en 'La semilla del diablo (1968, Roman Polanski):
¡Salve, Adriana! ¡¡Salve, Adriana!! (sobre todo antes de que, por exigencias de guión, le toque levantar el pie del acelerador pasado el primer tercio de película).
Casi se nos iba un grande (eran algo más de 60, y le quedaba una película más), y otra grande que acababa de llegar (ya ha cumplido 60, pero creo que me faltan dedos para contar todo lo que todavía le queda por hacer).
Así da gusto pasar el testigo, ¿no?