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Voto de antonio lopez herraiz:
6
Terror Nica vive en el manicomio, convencida de que ella fue quien mató a su familia. Como parte de la terapia, su psiquiatra utilizará un muñeco cuya aparición coincidirá con una horrible cadena de asesinatos en el centro. Andy, protagonista de las primeras entregas, reaparecerá para ayudar a Nica, y Tiffany, la novia de Chucky, también se dejará caer por la que es la séptima entrega de la saga.
19 de febrero de 2021
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Detrás de un prólogo tan apabullante (y aquí, desde luego, lo tenemos) suele haber un relato que, al final, no da tanto como promete su comienzo, y 'Cult of Chucky' (2017, Don Mancini) es una secuela que se lo toma con calma, demasiada calma. Don Mancini continúa enquistado en esa progresiva marcha atrás que, ya en su anterior episodio, menoscababa la mala baba y el humor negro para abordar las escabechinas del diminuto psicópata pelirrojo como si de una Agatha Christie pasada de anfetas se tratara, solo que aquí su particular 'Diez Negritos' se traslada de la mansión en que transcurría 'La Maldición de Chucky' (2013, Don Mancini) para meternos dentro de un hospital psiquiátrico.
Después de 30 años, el ya adulto Andy Barclay (Alex Vincent) por fin retiene en su poder al muñeco asesino que le aterrorizó en su infancia. O por lo menos una parte de él, un pedazo de cabeza de plástico a la que tortura a diario. Pero Chucky (Brad Dourif) ha descubierto la forma de desdoblarse y poseer a la vez tanto a diferentes muñecos como personas, de manera que logra colarse en el sanatorio donde permanece interna su última víctima, Nica (Fiona Dourif). Allí se dedicará a hacer lo que mejor sabe: estrangular, degollar y apuñalar a todo el que se le ponga por delante (a varios palmos por encima suyo, se entiende).
Al juguete poseído por el asesino en serie Charles Lee Ray le sobran las ganas de seguir ejerciendo como diminuto matarife, pero parece que Brad Dourif no mantiene tan frescos los deseos de continuar encarnando a su alter ego de goma, así que su hija Fiona se presta encantada a recoger el testigo, y el resultado es milagrosamente convincente. El de esta mujer es uno de esos pequeños prodigios que a veces genera el nepotismo en Hollywood, y puede que algún día sea la excepción a la regla superando a su maestro. Solamente me da miedo que, al igual que ocurrió con su padre, acabe cometiendo el error de lastrar su carrera encasillándose en productos -y ya ha rodado varios- que exigen mucho menos de lo que es capaz de dar como actriz. No bromeo, creo que Fiona Dourif es realmente buena.
Por lo menos sí me atrevo a asegurar con rotundidad que ésta, aún sin salir de su mediocridad, sigue siendo la mejor de las secuelas dirigidas por Don Mancini, que no hay ni rastro del grimoso look CGI empleado por Chucky en el anterior capítulo y que, tal vez, algunas buenas ideas introducidas en este séptimo episodio hayan tardado demasiado en llegar. Por lo demás todo sigue exactamente igual. Ah, y a Jennifer Tilly/Tiffanny mejor oírla en V.O., claro: lamento confirmar que las cuerdas vocales de Vicky Peña ya no están disponibles para estos menesteres.
antonio lopez herraiz
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