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España España · Madrid
Voto de Hayame:
7
Comedia Un neoyorquino maduro y excéntrico (Larry David) decide abandonar su acomodada vida para llevar una existencia más bohemia. Su relación con una bella joven sureña (Evan Rachel Wood) desembocará en una serie de enredos familiares y sentimentales. (FILMAFFINITY)
22 de enero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anormal se utiliza como sinónimo de tonto, estúpido, bobo, y cuantos descalificativos se precien. Pero lejos de tomarse como un insulto, más bien debería ser considerado un halago. Queda claro que a nadie le gusta que le llamen subnormal: el significado está claro, pero, ¿qué quiere decir “ser normal”? Normal: dícese de lo que por su naturaleza se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano. ¿Quién las fija? Mucho me temo que, una vez más, el propio hombre se hace maestro en complicarse la vida con constricciones morales que estriñen el alma y el cuerpo.

Larry David es un científico de física cuántica, sin éxito, que se gana la vida dando clases de ajedrez a niños incompetentes. La imagen del genio perdedor en la sombra es tratada habitualmente en las películas de Allen, desde Miles Monroe –el inolvidable tendero que temía que le acusaran de botulismo en “El dormilón”- a Clifford, el frustrado director de documentales en “Delitos y faltas”. Intercalando diálogos a cámara, la cinta desvela sus vicisitudes en la vida, sus golpes de suerte y sus mamporroros de infortunio.

La ecuación fílmica del director neoyorquino siempre tiene una constante: el amor, las relaciones de pareja (o los triángulos de amor, que tan habituales vienen siendo en sus últimas películas). Religión + filosofía relativista + factor suerte completarían la igualdad woodyalliana. El relativismo sirve de hilo conductor para desarrollar la idea de la religión y el amor. Durante la fase de catarsis y posterior transformación de sus personajes –cosa que me recuerda a lo vivido por Vichy y Cristina en su viaje (iniciático) a Barcelona-, estos van abandonando su religiosidad, en aras de un individualismo más genuino, más propio, más suyo (la búsqueda del yo). Las ventanas del cerebro se abren de par en par, pero advierto un riesgo palpable de caer en el desmadre de “Vichy, Cristina, Barcelona”, que, finalmente, se contiene. El amor es el resultado de la afinidad intelectual de dos (o más) personas. No puede estar sometido a ninguna teoría absolutista, ni tampoco puede tratarse como un medio. El amor viene a convertirse en una cuestión de azar, tan voluble como caprichoso, que no merece la pena tomarse a pecho (“Algunos creen que la respuesta a todo es el amor”).

“Si la cosa funciona” reúne todo el pensamiento del famoso director, condensado en 94 minutos. Siguiendo la fórmula de la comedia, logra un film equidistante entre sus primeros trabajos (“Bananas”, “El dormilón”) y los últimos (“Scoop”, “Vichy, Cristina, Barcelona”). Particularmente, me ha gustado la tesis con la que cierra: encuentra aquello que te gusta, explótalo, disfrútalo, y sé feliz...aunque escape a eso que llaman "normal". Pues eso, echémonos un buen de ojo.
Hayame
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