Caduca a los dos días de estrenarse y vergonzante un par de años después, "La ventana indiscreta" resulta hoy cómica, cualidad que comparte con otro de los clasicazos de Hitchcock, "Psicosis".

Desde el reparto, donde el amigo Alfred metió la pata hasta el corvejón con la elección de Stewart como protagonista -nula la química con Grace Kelly, "no pegan" que diría la adolescente lectora de Cuore-, pasando por la música exasperante, hasta el desarollo monótono y carente de garra y el abrupto final, todo en "La ventana indiscreta" parece hecho a medio gas, con el reputadísimo "maestro del suspense" haciendo honor a su título con una trama de misterio cuya resolución es obvia desde el primer minuto, donde truculentos asesinatos transmiten la gravedad de un calambre al levantarse.

Se ha llamado a Hitchcock "chapucero" en esta página, y si bien en otras de sus obras deja ver un gran talento, es evidente que muchas secuencias de este film hacen pensar que dicho calificativo no es del todo inadecuado.

"La ventana indiscreta" sólo puede gustar a gente muy gris, falta de imaginación y vitalidad, como ese señor mayor que se llama Gregorio y siempre huele a gachas.

Que no, que es un bodrio. Una suerte de experimento cinematográfico que transmite desidia y desinterés en su elaboración. Desconfíe de quien se la recomiende.