Netflix es, sin duda alguna, una plataforma para la plebe desatada, desinhibida, liberada de las pesadas cargas que durante años lastraba sus conciencias e impedía expresarse libremente. Es el comienzo del cambio, donde los chonis dominarán el mundo y lo llevarán hacia la gloria. Es todo tan guay.
Netflix establece los nuevos cánones con lo que todo se compara y se juzga. Netflix tiene la pasta, el poder de hacer y deshacer. Han abierto la jaula y no la piensan cerrar nunca más.

Estamos ante una comedia desternillante, hilarante, deslumbrante, con unos diálogos agudos y una puesta en escena impecable. Jamás en la vida había visto algo tan ingenioso, tan elaborado. Qué manera de contar chistes y de desarrollar situaciones cómicas. Me he descojonado tanto y con tantas ganas que en un par de ocasiones casi muero asfixiado. Esto es lo máximo desde, no sé, ¿el programa de Nochevieja del año pasado?

¡Pero qué puta pasada, tío!