Documental que no solo se centra en contar unos hechos o consecuencias pasadas ofreciendo datos, estadísticas y demás números que al fin y al cabo acaban siendo eso, números.
Alex Gibney consigue tirar por tierra eso de "la muerte de un hombre es una tragedia, la muerte de un millón una estadística". Consigue ofrecer su documental como un auténtico drama, mostrando las implicaciones humanas, morales y éticas (más bien poco éticas) que hace que veamos a Fastow, Skilling y toda su panda de amigos como auténticos demonios en pantalla.

Y es que hay pocas películas que puedan contar con un "reparto" de personas excéntricas, dementes, codiciosas y avariciosas como tuvo ENRON. Cuesta creer que el ser humano sea capaz de llegar a estos niveles de miseria y que, además sea consciente de ello y, aun peor, hasta se mofe de ello. No son pocas las veces que visionando este documental uno siente impotencia, y ve que este mundo no acaba de funcionar. Una auténtica tragedia contemporánea muy bien reflejada.

ENRON posiblemente sea uno de los ejemplos más representativos del cambio que se esta viviendo en el ssitema financiero a nivel mundial. Mercado de derivados, especulación, liberalización y desregulación, auditorías pagadas por la propia empresa auditada y cientos de conceptos que a día de hoy aparecen en cualquier noticiario que hable mínimamente sobre la crisis económica.

Documental significativo, que tiene más carga emocional que la mayoría de los documentales y, mucho mejor, que la mayoría de las películas que buscan precisamente eso. La realidad superando a la ficción por enésima vez de la mano de un Gibney que lo cuenta para todos los públicos, tanto para expertos como para gente que no ha oido hablar nunca de todos estos temas. El documental te deja más hecho polvo que una película de Aronofsky.