El Proyecto de la Bruja de Blair es una película mucho más interesante de lo que la gente puede ver en ella. Puede que haya quedado en el recuerdo de todo el mundo como la primera (o una de las primeras, yo desde luego no tengo constancia) película en su género, y puede también que un inmenso porcentaje de las buenas críticas vayan en torno al atrevimiento de los responsables, pero la película va más allá.

Y es que ya, después de tanto tiempo, uno se ha tragado miles de falsos documentales de este tipo. La razón de que existan tantos y de tan bajo nivel es que el presupuesto necesario es ínfimo, y con poco que recauden ya han cubierto los costes mínimos. Vi la Bruja de Blair en su estreno, y me gustó bastante. No la volví a ver hasta ahora mismo. Tenía en mente que era una película donde no pasaba nada, donde no se mostraba nada y donde me iba a aburrir ahora que estaba vacunado frente al género.

Mi sorpresa fue bastante considerable al comprobar como, todavía sabiendo que realmente no ocurre nada seguía teniendo bastante tensión dentro de mí en determinadas partes. La película es mucho más oscura de lo que yo recordaba, y el tema de la brujería se trata desde una perspectiva bastante creíble, más todavía si cuando la viste todavía no se había destapado del todo que todo estaba preparado.

Aunque en el fondo parece una película de tres jovenzuelos que se sugestionan los unos a los otros El Proyecto de la Bruja de Blair tiene una magia especial que a mí, de alguna inexplicable manera, me gusta. Quizá su reducido metraje también ayude. Las actuaciones son por lo menos creíbles, y no cuentan con actores de una belleza física muy remarcable (lo cual parece que no, pero no es ninguna tontería).

Una película que tiene más encanto por lo que no hace que por lo que hace, por paradójico que suene. El pistoletazo de salida para un montón de producciones del estilo, a cual más decepcionante, y un terrible sentimiento que todo el mundo tuvo cuando fue en masa a verla al cine. Que todo fuera verdad.