Jumanji es una estupenda película. Una de esas películas que define una década, la de los 90, que todavía bebía de la comercialidad más simple y a la vez efectiva de la década anterior. Jumanji de alguna forma redefine el género de aventuras, y sin contar con enormes precipicios, látigos y antorchas acaba generando su propio universo a base de tiradas de dados.

Lo atractivo de su premisa es igualmente lo atractivo de la puesta en pantalla. Joe Johnston nos brinda grandes momentos en cada una de las jugadas, aunque uno siempre se queda con la sensación de que podría haber dado para todavía más. Jumanji es frenética, es divertida, y fue un éxito tan sonado que es de extrañar que se haya tardado más de veinte años en ofrecer algo más de su universo en lugar de sacar un par más de secuelas directas al título.

Estamos ante una película de aventuras familiar con la típica estructura de dos adultos que comparten película con dos niños. Como no podía ser de otra manera en un blockbuster de este tamaño, Jumanji cuenta con actores tan sonantes como Robin Williams o una Kirsten Dunst que venía de maravillar en Entrevista con el Vampiro. A todo ello se le sumaban unos efectos especiales que a día de hoy siguen siendo impresionantes.

Todas las piezas del tablero de Jumanji son idóneas para alcanzar el éxito, y así fue.